¿Y si el virus no nos cambia el futuro?
Ya se que es un poco precipitado hablar de futuro cuando el presente en forma de muerte,está golpeando a tantas familias. Lo prioritario es hablar sobre el presente con su dolor en hospitales y fábricas. Pero quizás a un anciano, como yo, se le permita opinar sobre el futuro en el que jugará poco o ningún papel.
El fururo llevaba ocupando páginas y horas en medios de comunicación y tertulias. Hasta bien entrado el mítico año 20 ese tipo de debates ocupaban a familias y a empresas. Y realmente, cuando se anunció una enfermedad en China, las grandes lineas de ese nuestro futuro estaban escritas.
Hablábamos de un mundo informatizado al que había que hacer llegar hasta a los niños desde la escuela; hablábamos de la iluminación para reconstruir imágenes o inventar paisajes; la idea de un mundo global estaba ya en vías de ser aceptado; y el concepto de guerra empezaba a tener carácter de riña peligrosa más que de guerra como todos tenemos ahora en nuestras cabezas. Tipos, como el actual Presidente de los EEUU, generaban (y generan todavía) una animadversión lineal o una admiración eclesial. No encajaba bien en el futuro que dibujábamos hace pocos meses.
Pero, en muy pocas semanas, hablar del futuro era una pérdida de tiempo: el tiempo debía dedicarse todo él a detener un invasión de virus procedentes de China y que no atendían a fronteras ni a clases sociales: la muerte en masa que leímos en los autores clásicos con el nombre genérico de «peste» estaba en todas nuestras casas y en todo el mundo.
Ha sido vital para muchos ciudadanos la velocidad con la que se han construido hospitales y fabricado máquinas respiradores; la velocidad con la que se ensayan medicamentos y se construyen protecciones de todo tipo.
¿Y la economía?: inmersa en un paro de actividad de los ciudadanos, es decir entrando en crisis.
Una verdadera guerra. «No, no, no llamen a esta situación una guerra». Una guerra genera multitud de muertos tal y como hace este tipo de pandemias. Pero tiene una diferencia fundamental con una guerra: nada se destruye.
Estamos en una crisis económica impresionante, pero todas las máquinas están en las fábricas y todos los talleres tienen sus paredes cubiertas de herramientas impecables. Faltan los hombres y las mujeres que antes utilizaban todo aquello.
¿Cuándo podremos decir que se terminó esta tortura y que seguimos hablando de futuro? Al día siguiente que se comercialice una VACUNA que elimine la capacidad de contagio del covid-19. Así de «sencillo».
Pero el horror de este virus ya pasado no va a cambiar las lineas básicas de lo que estabamos definiendo como futuro. La informatización de nuestras vidas ya estaba ahí. Con 5G lleno de misterio dispuesto a instalarse en nuestros hogares. Con la video conferencia acelerando con peligrosos fallos. Nada se habrá inventado con el virus salvo la vacuna contra el virus.
Y como ya teníamos planes importantes para ese mundo nuevo en el que se ha introducido un virus asesino, tan pronto como el virus se detenga definitivamente (la vacuna) toda nuestra vida volverá a ser muy parecida a la que era. Quedarán colectivos humanos desgarrados por el dolor. Quedarán colectivos enteros sin recursos económicos. Pero con una inversión adecuada y una recuperación de la confianza (que dependerá del número de vacunados por país) toda la actividad económica y financiera se instalará en la casilla de final para convertirla en casilla de salida.
Creo que muy pocos inventos importantes se van a crear a la vuelta de esta pandemia. Todo retomará el punto donde lo dejó y se pondrán de nuevo al trabajo. Y tendremos pronto los mismos inventos que soñábamos antes del virus pero hechos realidad.Y ningún invento importante propiciado por el virus: salvo la vacuna del propio covid-19.