Este maldito virus que ha sembrado de pánico el mundo, al que ha obligado a confinarse ante la gran peligrosidad que irradiaba a su paso y que comenzó en China en el mes de diciembre, y que siguió propagándose a los demás países dejando un reguero de muertes, va remitiendo y según los expertos va perdiendo fuerza. Esos mismos expertos, dicen que no debemos bajar la guardia porque el COVID 19 no ha dicho su última palabra.
Lo evidente es que un virus minúsculo ha podido con toda la poderosa humanidad a la que ha puesto patas arriba. Nos ha encerrado y se ha llevado la vida de casi 400.000 personas en el mundo. De alguna forma importante va a a cambiar la forma en que vamos a vivir cuando salgamos de esta pesadilla.
El mundo que nos espera cuando llegue la normalidad y hasta que no haya una vacuna totalmente contrastada, será, queramos o no, muy diferente.
En principio, y según muchos sociólogos, la vida va a volverse más local y tranquila. Habremos ganado algo tan importante como la intimidad del alma y de la propia persona.
En cambio, desgraciadamente, nos distanciaremos de los demás, guardando esa distancia que nos han aconsejado de dos metros o más. ¿Hasta cuándo? Pues hasta que haya vacuna
Nuestra vida, por sí ya no estaba suficientemente digitalizada, lo va a estar mucho más con más tele trabajo y hasta con tele consultas con el médico.
Vamos a tener más tiempo para nuestra introspección, nos vamos a explorar a nosotros mismos. Las relaciones de pareja tenderán a ser más estables, con prácticas sexuales más solitarias, ya saben cada oveja con su pareja . En una palabra, vamos a tener más aislamiento.
En este tiempo nuevo que vamos a vivir tras esta grave pandemia, deberíamos recuperar el tiempo perdido con nuestros mayores a los que en muchos casos hemos abandonado en esas residencias de Dios que en el otoño de sus vidas, se convirtieron en auténticas morgues por culpa del olvido de familiares, la avaricia de sus gerentes más pendientes de sus ganancias que de la atención a esos sabios de la vida que la sociedad actual, en muchos casos, ha marginado.
En esta sociedad tan acelerada que hemos vivido, no se respetó a los ancianos sino que se les abandonó como si no perteneciesen al tiempo presente.
EL Coronavirus dejará muchas secuelas en muchos ámbitos. El coche va a tener gran protagonismo. Le daremos un uso intensivo para alejarnos de la sociedad que tiende a individualizarse. La globalización dejará paso al aislacionismo.
Volveremos a los pueblos y aldeas. Esos pueblos que abandonamos por la llamada de la gran urbe que nos ofrecía un nuevo mundo lleno de perspectivas y de ilusión, pero que se ha convertido en un foco de infección que nos hace sentirnos inseguros y hasta más débiles. Regresaremos a esos pueblos que dejamos vacíos buscando la seguridad que no nos ofrece la ciudad.
Incluso las grandes ciudades van a cambiar, creándose núcleos urbanos con todo lo indispensable muy cerca para moverse lo menos posible.
Volveremos a lo que en la antigüedad era el concepto de la tribu, a la familia como la conocíamos antes de llegar al desligamiento con ella.
Lo deseable es que a partir de ahora dejemos de lado todo lo superfluo y ese excesivo consumo de la sociedad desarrollada que nos llevó a afirmar: “dime lo que consumes y te diré quién eres”, y dejemos sitio a lo esencial: Sanidad, Educación e investigación.
Con el argumento de la seguridad , las fronteras posiblemente se refuercen y habrá grandes obstáculos para la inmigración a la que se mirará mucho peor que hasta ahora.
Todas las facetas de la vida van a cambiar. Los espectáculos se tiene que reiventar. Los cines y teatros van a sufrir para sobrevivir, muchos, tristemente van a cerrar sus puertas. El calor de los estadios llenos de gente y de los grandes conciertos tardarán en volver. De momento, los partidos de fútbol de la liga que se reinicía el próximo 11 de junio con el Sevilla-Betis,serán a puerta cerrada, aunque algunos clubes de las regiones que estén en fase 3 han pedido que les dejen meter público, no creo que se lo permitan.No sería ni conveniente ni adecuado.
Tras la gran crisis sanitaria en nuestro país con el paso mortal del COVID 19 que va remitiendo, llegará, ya está aquí, la gran crisis económica. El impacto de este virus asesino está siendo brutal a corto plazo y lo será también a largo plazo. En casi todos los países está causando estragos descomunales hasta llegar a manejar deudas colosales que difícilmente, en muchos casos, van a poder pagar. Cómo no se salga bien de esta enorme crisis, habrá más desigualdad y nuevos estallidos sociales.
No obstante, dentro de la gran incertidumbre que nos está dejando esta pandemia , debemos pensar que el futuro viene cargado de pesadillas, pero también de esperanza.
La vida seguirá, volverá la luz pero hasta conseguir l ansiada meta el camino será largo y tortuoso.