Una exposición sin merengues apostólicos

Estando en Santiago de Compostela me apunto a la exposición “Impulsores del Movimiento Abstracto 1950-1970 (los gallegos Molezún, Mampaso, Labra y Caruncho)”, que constituyen la huella histórica de vivencias plásticas que abrieron en su día una nueva dimensión en Galicia y en España conforme a los símbolos visuales preconizados por Woelfflin: el plástico-lineal y el plástico-pictórico.

Sus obras, todavía frescas y vigorosas, fueron el marco de unas señas de identidad determinadas que no perdieron su encarnadura de rasgos matéricos originales a pesar de su vanguardismo cosmopolita. Porque el espíritu de magia (a pesar de tantos guiris empeñados en banalizarlo) no es fácil que desaparezca en los autóctonos de este país. 

Dejando al margen esas presentaciones de bombo tronante y platillo histérico, en este caso las propuestas de estos artistas nos pasean entre la serenidad, la pureza, la armonía y el sosiego, -excepto en lo que se refiere a los estallidos volcánicos y ancestrales de Mampaso-, que, atendiendo a su catadura significante, se hacen intérpretes de un eruptivo mundo nuevo, aunque en lo de darse de hostias hasta en el carné de identidad, sigue tan viejo como siempre.

Sólo cuando el espíritu y la forma se entienden, como en esta muestra, llegan a culminar su existencia estética y nos ofrecen un latido más hondo y creativo para la mirada. Quizás para algunos, estos autores se diluyan entre tantas piedras, tanto medioevo y tanto incienso. Mas no es para pensarlo así porque lo que es esencial se busca entre sí, lo que en esta ocasión nunca mejor dicho dada su proximidad y acoplamiento.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)