Un Madrid contra la cuerdas deja k.o. al Inter

Partido dramático el que disputó el Real Madrid contra el Inter de Milán por la necesidad imperiosa que tenía el equipo blanco de ganar si ó si. Todo lo contrario,  hubiese abocado a este Madrid a una situación trágica en el devenir de la Champions.
  Al final sonrió  el equipo de Zidane, al vencer por 3-2 en un partido tremendo,  de los de verdad, jugado a tumba abierta, exigente a más no poder y con un ritmo trepidante donde los dos equipos sudaron hasta la ultima gota.
  En Valdebebas, se libró una batalla con mayúsculas,  de cuerpo entero donde los dos conjuntos se comportaron como soldados  con ardor guerrero. Fue la lucha de dos colosos europeos que reverdecieron aquellos enfrentamientos de los años 60 de los que tanto se habló en aquella época.
  Fue un encuentro jugado a cara de perro. Un duelo sin cuartel de ida y vuelta donde puedo ganar cualquiera porque ambos equipos hicieron mérito para ello. Ganó el Madrid, cuando más angustiado estaba por obra y gracia de los que deben marcar el futuro: Vinicius y Rodrygo, a quien le ha venido el gol del triunfo  como agua de mayo. Llevaba mucho tiempo en el lado oscuro. Necesitaba dar un golpe sobre la mesa y lo ha hecho de la forma más oportuna para un Real Madrid  que se jugaba la vida y su futuro en esta Champions.
  En este partido, el Real Madrid debe haber salido muy curtido por la exigencia a la que le sometió un Inter de Milán que tuvo mucho hueso y demostró estar muy trabajado, sabiendo a lo que juega y que lleva la testosterona al limite. Este triunfo debe servir a los de Zidane para coger impulso en Europa.
  En el Alfredo Di Stefano, nadie se arrugó. Desde el comienzo los dos equipos se buscaron las cosquillas con marcajes individuales que en muchos casos saltaban chispas, como en el de Sergio Ramos a Lautaro, que no se impresionó ante el central blanco; o en el de Mendy y Achraf, que se buscaron una y otra vez con una pelea vibrante.
  El Inter, estuvo a un muy buen nivel, en nada se pareció a ese equipo que practicaba el catenaccio como nadie. No pareció un equipo italiano porque salía jugando desde atrás, sin rifar la pelota y atacaba en tromba con varios jugadores, tanto por el centro como por las bandas. Los tres centrales jugaban muy adelantados y los laterales eran dos extremos más.
  A esta puesta de escena del Inter, el Madrid le respondió con la misma moneda, pero en el primer tiempo dio un paso más hacia adelante que su rival. De ahí llegaron, en apenas siete minutos, las dos primeras ocasiones de Asensio y Valverde que bien pudieron terminar en gol. Pero, el Inter no se quedó atrás con Barella y Vidal que llevaron la inquietud al área de Courtois.
  No había respiro en una y otra portería. El Madrid con Valverde de comando ponía más empeño a pesar de la poca colaboración de Asensio a quien se le sigue buscando tras su lesión porque no termina de arrancar tras su lesión. En esas estaba el partido, cuando en un acoso de Mendy a Achraf provocó que el ex jugador madridista se equivocara al querer ceder a su portero sin tener en cuenta que por ahí estaba Benzema, quien regateó al guardameta internista Handanovic y lanzó a puerta vacía. Era el 1-0 que por momentos hizo daño al Inter que por entonces parecía un tanto aturdido. Tanto estaba, que no se percató de la llegada de Sergio Ramos en la enésima jugada que repiten él y Kroos. Saque de esquina y remate de cabeza de Sergio Ramos que hizo el 2-0. Un gol importante para el capitán madridista que alcanza los 100 tantos con el Madrid. Todo un hito para un defensa.
  El Inter a pesar de ese 2-0 no se rindió, ni mucho menos. Dos minutos después del gol de Ramos, asistimos a todo un golazo. Un jugador llamado a ser importante en el fútbol italiano, Barella, se marcó un auténtica obra maestra, el pase de la temporada que partió de un taconazo majestuoso sin dejar tocar el césped para que por bajo marcase Lautaro un soberbio gol. Había partido. Las espadas estaban en todo lo alto.
  Tras el descanso, el Madrid  sufrió una pájara tremenda que le  llevó a estar muy perdido. Se partió en dos por culpa del físico que no acompañó, sobre todo a Asensio, insignificante su papel, y a Hazard, que notó el tiempo que lleva de inactividad, aunque progresa adecuadamente. Ante el poco depósito de estos dos jugadores, Zidane intervino satisfactoriamente sustituyéndolos por Vinicius y Rodrigo.
Mientras que el Madrid daba un paso atrás, el Inter crecía en ritmo y en intensidad. Se veía el empate, y llegó. Lautaro, con Ramos fuera de sitio, dio un buen pase a Perisic que definió perfectamente para lograr el empate (2-2). Los blancos estaban sonados y se presagiaba lo peor porque de nuevo el croata y Lautaro,buen jugador este delantero, pudieron definir la victoria para los italianos, pero perdonaron. Y cuando eso sucede contra el Madrid, se paga caro.
  El equipo blanco estaba contra las cuerdas.  Y Cuando más angustiado estaba ante el empuje y el ardor del Inter, apareció la conexión entre Vinicius y Rodrygo, que tiraron del carro e inclinaron la balanza  para los suyos en un encuentro que tenía carácter trascendental.
  Rodrygo, marcó en el 80 un gol de mucho nivel, que le debe servir para dar un paso hacia adelante y salir de esa oscuridad en la que se había metido. Los dos brasileños necesitaban  de este protagonismo. Llegaron del futuro para una solución  que tal y como estaba el partido parecía imposible.
  Con este vital triunfo, el Madrid respira a pulmón abierto. Europa ya no está tan lejos.