UCRANIA: JUEGO DE TRONOS
La crisis de Ucrania se encuentra en la fase de negociación lo que no quiere decir que vaya a tener un resultado razonable. No parece ofrecer la menor duda que el depuesto presidente Víctor Yanukóvich es un sátrapa que, sirviéndose de la corrupción, ha llevado a su país hasta la bancarrota. Sin embargo, los que lo han depuesto no son el mejor ejemplo para demócratas: Svoboda o Unión de los Ucranios Libertad lleva su ultranacionalismo hasta posturas fascistas (legalización del uso de armas, la función pública para los ucranios «étnicos» o la eliminación del ruso como lengua cooficial);el denominado Sector Derecha se presenta como heredera de la OUN (Organización Nacionalista Ucrania), organizadora en el pasado de matanzas de judíos y polacos. Por suerte, entre los manifestantes de la plaza Maidán de Kiev había miles de demócratas que pretendían un país en libertad.
Pero en Ucrania se dilucida algo más que alcanzar una democracia razonable. Hay una disputa entre un bloque (USA y sus aliados, con escasa relevancia de la UE) y Rusia que por medio de su actual presidente (versión actualizada del autoritarismo de Iván el terrible) pretende devolver a su país el rango de potencia mundial que tenía hasta el derrumbe del bloque soviético. Convertidos los antiguos satélites de la Unión Soviética en miembros de la UE y de la OTAN, Putin siente que se ha producido un cerco militar con objetivo claro: que la actual Federación Rusa quede rodeada e imposibilitada para volver a desempeñar el rol de potencia decisiva desempeñado tras la Segunda Guerra Mundial. Este planteamiento pareció factible tras la desintegración de la URSS, pero la inmediata conversión de los cuadros jóvenes del PC en exitosos magnates propició la aparición de un capitalismo agresivo que, por la vía económica, trata de recomponer el fenecido imperio. Y para este objetivo el control de Ucrania, o al menos de la península de Crimea ―regalada por Kruchev a Ucrania, movido por su origen ucranio y la idea de que el bloque soviético era inatacable al tiempo― es decisivo, con la salida permanente al mar para la Armada.
Curiosamente, la Unión Europea que tantas y tan duras exigencias ha planteado a Grecia, Irlanda, Portugal o España para avanzar prestamos ante las dificultades de sus economías, ha dejado pasar muy pocas horas para anunciar una ayuda tan considerable como 11 mil millones de euros, para entregar a un gobierno provisional que no cumple, ni de lejos, unas mínimas exigencias democráticas. Por su parte, Estados Unidos ha puesto en marcha sanciones económicas y ha denunciado el atropello al derecho internacional que supone la presencia de fuerzas rusas en Crimea y la pretensión de que la estratégica península vuelva a formar parte de Rusia. Que el presidente Obama denuncie la agresión de su colega Putin contra Ucrania es algo lógico (por su certeza), pero debe ser recibido con una sonrisa tetánica: en el apartado de intervenciones militares en otros países, con el flagrante atropello del derecho internacional, los USA se llevan la palma, con una lista casi interminable: desde la guerra de 1846 para apoderarse de todo el territorio mejicano al norte del Rio Bravo hasta la intervención en Afganistán para perseguir a los supuestos inductores del 11-S.
Los tiempos que corren apuntan a que los vectores de fuerza en juego serán de carácter económicos: sanciones por parte de Estados Unidos y la UE y el empleo del suministro de gas a Centroeuropa por parte de Rusia, dejando los intereses de la población de Ucrania en un lugar subordinado. Sin embargo, de la estupidez humana y de la capacidad de los dirigentes políticos de conducir los problemas hacia las peores soluciones puede esperarse cualquier cosa.