Toque de queda para el arte, de Gregorio Vigil-Escalera

“La experiencia estética es un no rotundo a la muerte y un sí a la vida, a su perennidad, con energía y entusiasmo. Lo que se traduce en un impulso vital y creativo que se manifiesta en distintas líneas de desarrollo, de las cuales algunas serán más emblemáticas y, por lo tanto, formarán parte de la historia del arte, y otras quedarán a medio camino o retrocederán”.

Esta definición clara y precisa de la experiencia estética que encontramos en el libro recién publicado por Gregorio Vigil-Escalera, titulado Toque de queda para el arte (Universo de las Letras), da buena cuenta de lo que podemos vislumbrar en sus páginas: un discurso ajeno a lo políticamente correcto, aspecto este precisamente tan asentado en la crítica de arte y en los discursos estéticos actuales. En efecto, la proclamación de la vida, de la vitalidad que Vigil-Escalera asocia al fenómeno artístico choca con los tiempos presentes, pero contrasta sobre todo con los alocuciones pesimistas, crispadas y luctuosas que de continuo hallamos en tertulias, informativos, debates y en el tono general de los principales medios de comunicación.

Y es que, precisamente, dicho sentido vital otorga al autor de esta nueva publicación una conciencia libre y plena para poner en solfa y cuestionar ideas férreamente ancladas en el inconsciente colectivo por lo que al arte se refiere. No faltará por esto su documentada detracción a todos aquellos aspectos ajenos al propio proceso creativo, especialmente al mercantilismo y a los designios del marketing y a la espuria propaganda, así como a los fundamentalismos religiosos, éticos y morales, que haberlos haylos. En este misma línea, se fraguan sus reflexiones en torno al ejercicio de la crítica de arte, especialmente cuando ésta se doblega a dichos intereses o cuando intenta explicar lo inexplicable… “Quizás es que la exclusiva condición necesaria para juzgar el buen arte sea el sentido común.”, escribe Vigil-Escalera.

Una de las singularidades de Toque de queda para el arte es que no estamos ante un ensayo tedioso de inmarcesibles teorías del arte, sino que su lectura está trufada asimismo por algunas anécdotas que también inclinan la comisura de nuestros labios hacia la sonrisa cómplice, como es el caso de la actuación de Rothko en la exposición Fifteen Americans, o el truculento episodio acontecido respecto a los genitales del ángel que preside la tumba de Oscar Wilde.

No podemos acabar este artículo, que tan sólo pretende ser una invitación a la lectura, sin referir dos cuestiones notables. Por un lado, si bien es cierto que como es consustancial a la crítica de arte, estamos ante un género de opinión, sin embargo tal subjetividad se apoya en una extraordinario número de referencias y citas donde hallamos tanto a teóricos del arte, pero también el testimonio de artistas y literatos, lo cual genera una visión caleidoscópica donde el lector tendrá la última palabra. Junto a ello, la original visión que el autor nos ofrece de las vanguardias históricas brindan al lector un apoyo y, por qué no, una formación más que necesaria para entender el arte actual.

Toque de queda para el arte se abre, por cierto, con un prólogo firmado por Liannys Lisset Peña, que supone todo un breve ensayo respecto al fenómeno creativo actual.

En definitiva, Vigil- Escalera ha hecho que el toque de queda se convierte en un verdadero toque de vigía para despertar las conciencias, invitándonos a perder el miedo a formular y promulgar nuestras propias opiniones artísticas.