Todavía no ha llegado el momento de rezar una oración por su alma (II)

Prosiguiendo en tales términos, se ha señalado que en su autonomía instaura un discurso de expresividad, que es una manifestación de lo vivencial, del mundo interior, que funciona como un signo de una estética romántica, en la que las innovaciones están siempre al servicio de una alocución espiritual, que surge de los anhelos de una libertad que no se sitúa nunca en planos concretos.

Es entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado cuando se asistió a un enorme despliegue de la pintura abstracta –la escultura no tuvo un papel tan protagonista-, siendo el expresionismo abstracto uno de los factores clave de esta tendencia, con sus formas destrozándose para convertir el espacio en una pulsión biológica y enfocando la realidad de forma inédita y totalizadora, y sobrepasando el objeto en el acto dramático de pintar su delirio. Lo que conduce a Harold Rosenberg a señalar que el gesto en la tela era un gesto de liberación de los valores, llegándose así al convencimiento de que la pintura gestual era la principal faceta del expresionismo abstracto, y de que éste reunió en su seno las convenciones formales del arte moderno europeo desde el periodo de entreguerras.

Está claro desde el principio, por consiguiente, que la abstracción no procede de un pensamiento dogmático, pues lo que se buscaba era una razón de ser, una aportación interior entre la sensualidad y la materia. Y que su deriva desde entonces, dada la flexibilidad y versatilidad con que se encuadra a partir de sus comienzos, no sigue una dirección única sino un recorrido que ha dado lugar, en su evolución y renovación, a todas las posibilidades y potencialidades que se desarrollan y se alternan según el momento actual y su movimiento hacia el futuro.

Pues, obviamente, consigue crear una presencia inmediatamente eficaz que transmite la esencia de su mensaje (Rudolf Arnheim), en el ámbito del cual se han contemplado, a la luz de un cromatismo lúdico, exarcebado o sosegado, armonioso, fantástico e infinito, masas, líneas, formas, geometrías, irradiaciones, círculos, afluentes ornamentales, melodías visuales y caligrafías gigantescas, sin que con ello se agote su repertorio que es imposible de tratar de abarcar y que la posteridad se encargará de transmitir.

Gregorio Vigil-Escalera

(De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)