Tanto pensar como ellos no es bueno

La moda actual es que el artista piense y no ejecute –no se inquieten, siempre hay excepciones-, porque gracias a ello se llega a un arte más utópico. Otra cuestión consiste en cómo lo conciben, desde luego no como Alberto Moravia, que afirmaba que la utopía debe hacerse ante todo conciencia. Normalmente, y, por el contrario, esta tesis utilizada por estas corrientes post-postmodernistas se basa en la supuesta necesidad imperiosa de superación de los movimientos pasados. Y punto.

Sin embargo, como ya muchos se habían percatado, el incurrir en un producto intelectual de tal índole se incurría en lo lingüístico y torticero. Y además se pretendía poner patas abajo el aparato institucional y mercantil del arte, lo que no se lo tragó ni el artista que felicitó a la manteca (el arte es una idea que no se vende, si bien…después hubo ocasión de comprobar lo contrario); también atraer mentalmente al espectador, dado que se busca un suceso “interesante” sin emoción alguna, para evitar, digo yo, poner en peligro la salud de este último. Todo un catecismo a la gloria del más tonto.

Al final, de lo que se trata es poner de manifiesto su rechazo total a la pintura, al entender que tal actividad “pringosa” estaba obsoleta respecto a la formulación y agitación políticas que requería la nueva estructuración del arte. Pues lo siento y disiento, dado que la pintura es un fenómeno completamente real y eso que no es más que la puesta en escena del trabajo del artista en el tiempo y en el espacio, pero de momento no hay nadie que pueda predecir su condición caduca o prescrita.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)