Surrealismo y sueño

Habíamos acabado una guerra mundial y ya en Europa estábamos enfrascados en la siguiente. Ni utopías ni democracias ya eran válidas, solamente una historia trufada de “ismos” que se devoraban unos a otros con auténtica convicción de que eran el futuro y hasta la salvación.

Entonces, de tanto supuesto orden y tanta bendita racionalización enferma, surgió el surrealismo para proclamar a los cuatro vientos que lo que estaba en la superficie únicamente era sangre, pobreza, ignorancia, ambición, codicia y odio; debajo estaba el cuchillo cortando la cortaba que nunca habíamos visto, pero con el cual soñábamos todas las noches.

Así que muchas de las obras muestran zonas de nuestro organismo físico y psíquico que nos faltaban por analizar y considerar. Estaban inhibidas y silenciadas. Hasta que empezamos a identificarlas en nuestros sueños, sueños que los mejores intérpretes nos dieron a conocer en sus obras, mas dejándonos con todas las dudas porque en ellas simplemente no había preguntas ni respuestas. Había una sublime invención a pesar del cuello de botella de una razón falsa con cuya persuasión nos llevaron a una nueva destrucción.

Dalí, Ernst, Magritte, Delvaux, Sage, Varo, Fini, Belmer, Matta, Miró, Domínguez, entre otros muchos, forman ya una leyenda que no sólo sigue en alza, sino que todavía está vigente por cuanto hay un nexo especial con el ser, el arte y la verdad (Heidegger), porque esas visiones nos van a acompañar siempre, aunque incluso tratemos de desdeñarlas, aparcarlas o despreciarlas. Ahí estarán, de ahí no se moverán y nadie rehusará acudir cuando le llamen.        

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)