Solo comprendo el arte cuando estoy en la playa

La aceleración que se produce en el arte a finales del siglo XIX y a lo largo del XX causa un estrago en la percepción de la población espectadora, incapaz en su gran mayoría de asimilar tantos cambios, innovaciones, rupturas y pluralidades estilísticas. Cierto es que los acontecimientos políticos, sociales y económicos se sucedían sin dar un momento de tregua y las desigualdades y desamparos de índole cultural y educativo no tenían fin.

Casi recientemente todavía Gillo Dorfles sostenía que hasta que nuestras capacidades estético-fruitivas no se hayan adecuado a los nuevos estímulos de un arte aún nuevo, no estaremos en condiciones de entenderlo.

Omite, no obstante, el cómo articular una vía de adquisición mayoritaria de tales aptitudes y competencias. Por eso, se permite señalar que antes que un problema de creación, hay una dificultad de actitud del público, no educado y, quizás, no educable, excepto, agrego por mi cuenta, las élites oligárquicas –y todavía así con muchas dudas-.

Por tanto, de ser pesimistas, habrá que reconocer –según otros autores- que la comprensión del arte no está al alcance de todos, que los grandes intérpretes han de tener derecho a contar a la multitud un mito en lugar de los fundamentos auténticos; no porque sean demasiado comprometedores, sino porque son excesivamente especulativos para que los pueda comprender todo el mundo.

Así que de faltar tal adentramiento en la cosa en cada una de sus circunstancias, de lo que hablaba Ernst Bloch, resulta falsa la manipulación de una materia hasta que se adecúe  a una forma predeterminada, como el de que algunos se ufanen de que el sentimiento cósmico de la humanidad superior (sic) haya hallado la expresión simbólica más clara en las artes plásticas. Ahí es nada, la generalidad no ha llegado y varios ya están en éxtasis.

Ya puestos en esta tesitura, el alegrías de Clement Greenberg tampoco nos decepciona, por cuanto considera que los avances culturales, al igual que los científicos, corroen la sociedad que los hace posibles –cuando siempre creímos que era lo contrario-.  Y que lo que buscamos hoy es simplemente preservar cualquier forma de vida cultural que tengamos en la actualidad. Por muy reducida que se vaya quedando, se le olvidó decir.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)