Si me reconozco como artista, ¿será suficiente?
Como artistas llegamos a ser considerados equivalentes a Dios, éramos creadores, demiurgos y magos, pero después, pasado ya cierto tiempo y llegando hasta hoy, el discurso –sea o no alienante- cambió, incluso en algunos casos es negada la posibilidad de serlo por la caracterización determinista de nuestra sociedad, que anularía la supuesta capacidad innovadora del sujeto creador.
Cabe también que nos encontremos con casos inusuales en que la creación necesite, para actuar, hallarse en una situación desesperada, fruto de un agobio o por condiciones extremas de angustia y desesperación, las cuales únicamente nos conduzcan a ver en la obra una salida salvadora.
Lo cierto y verdad es que como artistas pertenecemos a una comunidad con cultura propia y en una época determinada, lo que nos supedita siempre, aún estando en posesión de unas dotes inventivas excepcionales que son las conferidas en nuestro hacer y obrar, y situarnos más allá de su momento. Además, nos movemos en el contexto de una subjetividad creadora desgarrada, insatisfecha y problemática.
Todo lo cual nos incita a operar a través de unas realidades que de barreras que se nos imponen pasan a ser soluciones que resolvemos (es decir, las trabas las transformamos en herramientas y los obstáculos en medios).
Con lo que la creación artística desemboca, pues, en un modo de existencia, en una cierta manera de situar las cosas y de situarse con relación a ellas.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)