Si has terminado, lávate, cúrate y come
Que lo sucio y abyecto tiene actualmente especial predicamento, puede tener visos de ser cierto. Lo de que sea un hallazgo sublime, suena a sacralización de lo inmundo, lo que a estas alturas se asemeja, para algunos, a una patología artística del yo mirándose el ombligo por dentro; para otros una simple chapuza.
Siglos de arte para esta aparente impostura llevada hasta sus últimas consecuencias. Por esta razón, Jean Clair clama e insiste en su diagnóstico: “jamás la obra de arte ha sido tan cínica y le ha gustado tanto rozar la escatología, la suciedad y la porquería”.
En tales términos hay que enfocar al fotógrafo español David Nebreda, nacido en 1952, que padece una esquizofrenia irreversible y vive encerrado y aislado en un antro parecido a una cloaca, lo que no obsta para que sea meticuloso, perfeccionista y un buen propagador de su fabulación y tormento físico.
Se automutila, se quema, se hiere, no se medica, apenas come y como él mismo asegura, se introduce en su boca su sangre y sus excrementos, además de conservarlos en secreto hasta el día de su supuesto sacrificio –por lo menos no se los traga-. J.A. Ramírez lo define del siguiente modo: “ha bajado al abismo más oscuro de sí mismo y, tras sufrir peripecias y penalidades indecibles, ha regresado cargado de tesoros” –por mí puede quedárselos todos-.
Con tal motivo se habla de una estética del estercolero o de lo abyecto y su integración en un marco institucional y museístico contemporáneo. ¡Quién lo hubiera pensado! Mas J.A. Sánchez no puede ser más claro: “el asco que produce un artista cuya práctica lo ha conducido a la degradación y a la fealdad se transforma en irritación cuando descubrimos que su arte carece de mérito: es mera consecuencia de una limitación física o bien de un capricho infantil extemporáneo, o, desde una óptica más severa, de un comportamiento asocial”.
Ya en ello hasta podrían barajarse más causas, aunque todas dentro de un ámbito extra-artístico e incalificable ligado a la náusea, que no es poco. Y si no, hagan la prueba.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)