Servicio de predicciones
De Reinhardt (1913/1967), el artista americano neodadaísta, el también americano Kosuth (1945), “insigne” representante del arte llamado conceptual, recogía una frase sobre lo que eran los fines del arte (les encantaba divagar sobre ello para que se supiera lo que eran, no sea que sus propias dudas los dejasen enmudecidos a la luz del la luna o al pito del sereno), afirmando que lo único que se puede decir es que uno de sus logros fundamentales en primer lugar es la desalentación (sí puede considerarse que tanto individual como colectivamente han existido épocas de abatimiento, desfallecimiento, mas la postración ha servido al final para dar luz a proyectos de renovación y de ruptura, no de finalización apostolar).
En segundo lugar, ¿es otra meta decisiva del arte la inanidad, según su cita? Una boutade más respecto a que las problemáticas estéticas ya están extenuadas, agotadas y carentes de futuro. Los hechos fueron otros, por supuesto, y están ahí para quien los quiera ver y analizar.
Sí que la inmortalidad y la inquietud, los siguientes objetivos, son realmente propiedades intrínsecas suyas, así como la naturaleza informal de su constitución, lo que conlleva a una práctica creativa, cognoscitiva e innovadora.
Pero mencionar a la inespacialidad como otro de sus designios es incurrir en el no reconocimiento de lo cósmico, de lo vasto, de lo inexplorable, de lo inabarcable y del sentido de amplitud que toda empresa artística debe abordar.
Por último, al referirse a la intemporalidad, entendemos que se alude a la esencia de su materialidad, de que la permanencia compagina la espiritualidad y el tiempo, la vida sobre la muerte.
En fin, resumiendo tantas contradicciones, la conclusión válida es que la percepción de la obra de arte, sin darle más vueltas, revueltas y guisos, es el objeto de una experiencia específica y del espectador como sujeto de esa experiencia.
Gregorio Vigil-Escalera
Miembro de la Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)