¿Se puede perseguir al arte? No se lo tomen a mal (Dedicado a Alfonso García)
En este país felizmente miserable y felizmente convencional, durante estos años el arte, con el hasta ahora famoso 21% -ya no sé si lo han rebajado- y demás penalizaciones y rechazos, vuelve a ser una disciplina degenerada o casi, aunque esta vez sin tener que recurrir a tratamientos y dictámenes psiquiátricos (¿o sí?), como fue el caso extremo de Max Nordau, que afirmó que si los mejores hombres –Dios nos libre de ellos- del pueblo dijeran de un artista que es un criminal o que una obra de arte es una vergüenza para la nación, entonces ambos deberían ser aniquilados. ¿Imagínense quienes serían hoy estos personajes?
Después vino Fay, que atribuyó una similitud entre las figuras de colores de algunos pacientes con demencia precoz y las obras de Ensor, Van Gogh, Van Dongen, Redon y Rousseau. Incluso se han señalado paralelismos entre el llamado arte de los enfermos mentales y el cubismo y el expresionismo. También Weygandt habló de la degeneración artística que contribuye en nuestra época enferma y revuelta a hundir todavía más la dignidad humana.
Por su parte, el escultor F.W.Ruckstull nos ha remitido a los conceptos de sadismo, masoquismo, delirio, charlatanería, enfermedad, infantilismo y vulgaridad para describir las nuevas corrientes estéticas. Y así podríamos mencionar a muchos más psiquiatras y especialistas empeñados en depurar, normalizar, moralizar, curar y embellecer el arte moderno, lo que, asimismo, es perfectamente válido para el actual y quizás con mayor acritud, con lo que los poderes del Estado, en sintonía, se irán dedicando a encarecer, dificultar, minusvalorar y limitar la circulación y producción artística, que, al fin y al cabo, es un fruto degenerado y ¿quién quiere ver semejantes engendros? Yo sí, pero no se lo tomen a mal.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)