Sálvame o condéname

Es admirable la fe de los políticos en la televisión. No solo de ellos, ya que la tele por más que esté en crisis es un poderoso combustible social, lo que me asombra hasta estremecerme es la creencia de muchos representantes de los partidos en que la pequeña pantalla puede decidir una contienda electoral.

Es obvio que los múltiples canales televisivos, junto con los periódicos de papel, los digitales, las radios, las redes sociales, etc, sirven para conformar la opinión pública, sin embargo, de ahí a pensar que a través de un canal o un programa puede ganarse o perderse en las urnas hay un abismo, el que va del análisis racional a creer en los milagros. Cuando mejor se constata esta opinión irracional es cuando se habla de TVE. Los partidos políticos cuando gobiernan pretenden controlar la televisión pública en la idea de que quien domina los telediarios se asegura en buena medida el éxito en las urnas.Suponer tal cosa, con una audiencia fragmentada, al punto de que la 1 de TVE no llega al diez por ciento de share, es una estupidez. Hasta un niño de seis años lo entendería. ¡Que me traigan a un niño de seis años! En los tiempos de Suárez y Felipe González, cuando había una única televisión que podían llegar a ver treinta millones de espectadores, la influencia de TVE era impresionante (aun así, el partido de Suárez, la UCD, fue literalmente barrido en las urnas), pero hoy pensar así es de una candidez mágica.

Entre los mandarines políticos de la actualidad, no hay ninguno que tenga una fe tan extremada en los poderes milagrosos de la televisión como Pablo Iglesias, quien ya en 2013 decía: “Dame los telediarios, a mí dame los telediarios”. El fundador de Podemos no ha perdido la pasión por los informativos de la tele pública, no obstante, el debate no está a estas alturas, tan bajas, en los telediarios sino en un programa como Sálvame. Tele 5 ha decidido suprimirlo después de 14 años en antena y sustituirlo por un espacio presentado por Ana Rosa Quintana. Jorge Javier Vázquez, el conductor de Sálvame, ha expresado muchas veces, explícitamente, su apuesta por los partidos de izquierda, e incluso ha pedido en ocasiones el voto para el PSOE, en tanto que Ana Rosa Quintana, a través de su programa matinal, manifiesta a diario su rechazo al presidente del Gobierno y al llamado sanchismo.El espacio de Ana Rosa es una tertulia política; Sálvame es una ensalada exótica, un divertimento original despreciado durante años por quienes defienden la primacía de la cabeza sobre el corazón, sobre todo si la cabeza es la que ellos peinan. Tengo amigos que criticaban, al detalle, cansinamente, el programa de Jorge Javier, que decían no ver, porque ellos son fieles a la 2. Pongan un emoticono de carcajada en la frase anterior. Yo he visto poco Sálvame, porque pienso con mi flequillo y desdeño las vísceras, pero reconozco que ha sido un formato innovador, que ha creado un lenguaje Tómbola, Crónicas marcianas o Esta noche cruzamos el Mississippi. Lo que no es el de Jorge Javier Vázquez, por más que él se defina como “rojo y maricón”, es un contenedor televisivo que sea influyente políticamente. Los que estos días nos ponen en guardia, a través de diversos artículos, a veces apocalípticos, sobre el peligro de que el cambio de Jorge Javier por Ana Rosa en las tardes de Tele 5pretenda un vuelco electoral, no nos están advirtiendo de un riesgo real, lo que están es retratándose y mostrando el desprecio intelectual que sienten hacia los millones de espectadores vespertinos de ese canal, que, supuestamente, pueden ser manejados como peleles y conducidos como borregos. La falta de respeto de muchos políticos y periodistas a los ciudadanos es tan vieja como la democracia y parte de una premisa muy sencilla: buena parte de los electores son tontos y es fácil darles gato por liebre. De manera que aquí estamos, friendo un huevo, contemplando las liebres que corren por el mar y las sardinas que caminan por el monte, y a la espera de que nos salven o nos condenen nuestros déspotas ilustrados. Tralará.

Original elobrero.es

Juan Antonio Tirado, malagueño de la cosecha del 61, escribe en los periódicos desde antes de alcanzar la mayoría de edad, pero su vida profesional ha estado ligada especialmente a la radio y la televisión: primero en Radiocadena Española en Valladolid, y luego en Radio Nacional en Madrid. Desde 1998 forma parte de la plantilla de periodistas del programa de TVE “Informe Semanal”. Es autor de los libros “Lo tuyo no tiene nombre”, “Las noticias en el espejo” y “Siete caras de la Transición”. Aparte de la literatura, su afición más confesable es también una pasión: el Atlético de Madrid.