¿Salud y/o economía?
Las circunstancias nos han llevado a un callejón sin salida o a un laberinto de lo más enrevesado, si se prefiere. Desde el inicio de la pandemia España ha dado el más triste espectáculo de la utilización política de un Desastre, con mayúsculas, en el que todos se echan la culpa mutuamente: políticos, periodistas, científicos, ciudadanos más responsables o irresponsables, porque protestan demasiado o porque no protestan nada…
Todos buscan desesperadamente una válvula de seguridad, por la que desalojar la presión de la responsabilidad sobre los malísimos datos sanitarios y económicos. Los epidemiólogos se han convertido en los nuevos gurús de cabecera en busca de respuestas y prescripciones, igual que lo fueron los economistas después de 2008 o los politólogos a partir del movimiento del 11M. El problema de los expertos, en este caso, es que nadie cuenta con la más mínima experiencia de una situación parecida, con lo cual difícilmente pueden prever o anticipar la deriva de los acontecimientos. Todo son augurios e incertidumbres.
Ahora se ha llegado a la tesitura de salvar vidas o arruinar economías. Al respecto, el espectáculo que está ofreciendo la Comunidad de Madrid es especialmente llamativo e ilustrativo. Desde el primer momento, el rompeolas de todas las Españas se ha convertido en el epicentro de todas las diatribas, a cada cual más extravagante. La relación ya sería demasiado extensa, a estas alturas de este año horrible. ¿A quién compete hacer frente a una calamidad de este calibre? El gobierno madrileño ha encontrado una brecha en la práctica incapacidad para la toma rápida de decisiones por parte de un débil gobierno de coalición, recién aterrizado por añadidura. A su vez, el gobierno de coalición puede echar en cara a la Comunidad de Madrid, tras tres décadas de gobiernos conservadores, el haber descapitalizado, ideológica y conscientemente, los servicios de la asistencia sanitaria pública a todos los niveles.
Ahora el debate se ha centrado en la prioridad de los confinamientos para salvar vidas o de la libre circulación de las personas para salvar haciendas. Encontrar la fórmula de la piedra filosofal y cuadratura del círculo que permita frenar la pandemia sin destruir la economía y el empleo. En cualquiera de los casos hay algo que parece que ya no se va a discutir. En tiempos de catástrofe, todos recurrimos a la ayuda del Estado, a la fortaleza de los servicios públicos. ¿Aprenderemos la dura lección histórica para cuando pasen estos tiempos de zozobra?