REUNIÓN DE PASTORES, OVEJA MUERTA

En este caso, cordero pues se trata de Pascual que hasta hace unos días era secretario de organización de PODEMOS. Al parecer, a pesar de sus esfuerzos, el bueno de Sergio Pascual tenía un poco descontrolada su área, que era precisamente la de organización. País Vasco, La Rioja, Madrid… demasiadas vías de agua para un buque que acaba de salir de astilleros y navega a plena máquina y con buenas perspectivas de alcanzar el destino fijado y que no es otro que el puerto del poder.

Hasta ahora, por estos pagos, los ceses se conocían a través de la misiva que hacía llegar al afectado un temido motorista. Eran otros tiempos, los del longevo dictador, «la espada más limpia de Europa». Con la democracia se pasó al cese fulminante, tras desobedecer la orden de no moverse de la foto (Alfonso Guerra dixit). Ahora, con la «nueva política», hemos recobrado la costumbre de la carta, pero de acuerdo con los tiempos el afectado se entera (va de suyo) por las redes sociales. Y hete aquí que había varias opciones: a un incompetente se le comunica que dada «su desastrosa gestión», queda cesado (tipo jefe de personal inmisericorde); también se puede optar por la severidad, pero con respeto, al ser cesado por «modificaciones en la organización». Sin embargo, se ha optado por una solución entre Sade y Corín Tellado, al mostrar total menosprecio por la gestión del señalado y reivindicar «la belleza» del proyecto.

Se había transmitido al espectador que PODEMOS es una organización donde «todo» se hace mediante debate y asamblea. Sin embargo, la realidad nos demuestra que aquí, también, el líder goza del mayor margen de autoridad y discrecionalidad (como en las viejas formaciones). Es más, se le ha comparado (Rafael Mayoral) con un entrenador de futbol que solo responde ante los resultados y la Historia y la alineación del equipo debe ser competencia exclusiva del jefe, Y punto, que diría Tania Sánchez.

Por supuesto, los dirigentes regionales han aceptado sin más observaciones públicas la fulminación de Pascual y han celebrado sin fisuras la designación del sustituto: Pablo Echenique. Se le da ya por nombrado, pues no se tiene noticia de que nadie vaya a presentarse a disputar el cargo al que ya se tiene por nuevo secretario de organización. Pero dejando a un lado los desajustes y las crisis de crecimiento de toda organización de nuevo cuño y con un crecimiento casi exponencial, lo que se dirime es algo tan antiguo que se remonta a la sociedad de las cavernas: es la lucha por el poder.

En la asamblea fundacional de Vistalegre Iñigo Errejón, el número 2, hizo prevalecer el concepto de «transversalidad» para alcanzar el mayor espectro social y político posible que facilitara la llegada al poder. La realidad de los resultados electorales del 20-D han demostrado que ese objetivo no es fácil de conseguir, pero permitiría llegar al Gobierno mediante pactos con el PSOE. El sector denominado «anticapitalista» hace su lectura particular del 20-D y no quiere acuerdos con los socialistas (y hace propuestas inaceptables) y espera una nueva cita electoral para dar el ansiado sorpasso y así jibarizar al PSOE (tarea a la que no deberían dedicar ni un minuto; ya se encargan los socialistas de hacerlo, con sus luchas intestinas). Al parecer, Iglesias se ha decantado por los «anticapitalistas», para recuperar las esencias del proyecto (el crecimiento rápido tiene estos inconvenientes).

Pero tras el aspecto de dandis de nueva ola (estudiado cultivo del personaje) y de telepredicadores de verdades como puños (la corrupción, la desigualdad social) y de prometer atar a los perros con longanizas (no pagar parte de la deuda, gasto público a pedir de boca), se agrupa una tropa de especialistas (profesores universitarios en su mayoría) que quieren pasar de la teoría a la praxis y consideran que este es el momento apropiado para llegar al poder, subidos a la ola de la indignación general provocada por la crisis y salpimentada por las desbordantes dosis de corrupción. Desde diversos medios de comunicación se tilda a los dirigentes de PODEMOS de «comunistas» o » marxistas». En Marx pueden apreciarse tres formas de la toma del poder por el «proletariado»: la república jacobina en El Manifiesto comunista, la dictadura en El 18 de Brumario, y gobierno federal y libertario en La guerra civil en Francia (Michel Collinet: La tragedia del marxismo). Sin embargo, en este caso más parece que estemos ante la versión actualizada de la toma del poder preconizada por Lenin y, con variantes, por Blanqui para la Comuna de París. Y también con similitudes con el «foco» guerrillero, con apoyo transversal, puesto en práctica por Fidel Castro en Cuba. No obstante, antes que nada, estamos ante la lucha por el control de una organización que ya toca poder, algo que desata la ambición humana desde la noche de los tiempos y que, lo más probable, es que se cobre nuevas víctimas.