La liga regresó tras 93 días a balón parado y los futbolistas confinados en sus hogares. Y lo ha hecho de una forma un tanto extraña: con mucho protocolo sanitario (lógico), con los equipos muy justos de preparación (no había tiempo que perder, el negocio apremiaba), y sin el calor del público, esencial para el espectáculo.
La reanudación de la liga en la jornada número 28, ha resultado chocante y rara con ese silencio casi sepulcral en los estadios, sin el ánimo de la afición, solo se escuchaba el sonido del balón y las expresiones de los jugadores. La sensación ha sido de vacío total. No parecía fútbol.
Todo ha sido, además de chocante, intrigante por lo que hemos visto y lo que nos espera con este fútbol en otra dimensión desconocida. Extraño ha resultado no sólo la falta de público, sino ver al Real Madrid en el Alfredo Di Stéfano, lejos del Bernabéu que está en obras faraónicas.
Comenzó otra liga, otro fútbol con otras reglas como el cambio de hasta cinco jugadores, con otras perspectivas y retos con nuevas exigencias físicas y mentales.
Toda esta otra liga con otro fútbol, es el que se vio en todos los partidos correspondientes a la jornada número 28, que no ha traído grandes sorpresas.
Triunfo claro y rotundo del Barcelona sobre el Mallorca (O-4), con Messi a medio gas y que terminó la cuenta con un gol más en su colección, y lleva 20 tantos.
Athletic Club de Bilbao y Atlético de Madrid empataron (1-1) en un partido que nos recordó a otros tantos que jugaron estos dos conjuntos que se caracterizan por su fuerza y brío . El resultado era el previsible entre estos dos equipos tan rocosos. Un mal resultado para el Atlético de Madrid de Simeone, en su intento de alcanzar la cuarta posición que da acceso a jugar la Champions Ligue, la próxima temporada. Esa cuarta posición ahora mismo la ocupa el Sevilla con cuatro puntos de ventaja sobre Atlético.
Si la vuelta del fútbol ante la nueva situación ya resulta extraña, más lo ha sido en el partido Real Madrid-Eibar, que se jugó lejos del Bernabéu (en obras) para hacerlo en Valdebebas,concretamente en el Alfredo Di Stéfano,donde se escuchaba hasta la respiración de los protagonistas.
El partido ha sido como todos los de esta jornada, sin chispa y sin enjundia. En tres zarpazos el Real Madrid resolvió el choque. La contundencia que le ha faltado en otras ocasiones, la encontró ante un más que aseado Eibar que le discutió la posesión de la pelota a los blancos que jugaron sin gracia y hasta con sosería. Estuvieron discretos en el juego pero eficaces de cara al gol.
A los 3 minutos un golpeo preciso de Kroos, tras jugada de Benzema, abrió la cuenta con la sutileza de su disparo a la escuadra. Fue todo un golazo. El equipo armero lejos de amilanarse, se echó hacia adelante haciendo retroceder a los de Zidane y jugando buenos minutos. En esas estaba el Eibar, cuando en una arrancada Sergio Ramos con barba a lo “hipster” conseguía el 2-0, tras pase de Hazard que volvió tras su lesión, estando a buen nivel. El tercer gol de los blancos tuvo el sello de Marcelo que dedicó a George Floyd, con rodilla en tierra.
Con el 3-0 en el marcador, la segunda parte sobró. El Madrid se dejó ir, pensando más en lo que le viene encima que en el Eibar que acortó distancias y que incluso obligó a Courtois a dos grandes intervenciones.
La suerte ya estaba echada y en el segundo periodo llegó el rosario de cambios. Zidane dio descanso a Modric, Carvajal, Sergio Ramos, Rodrygo, que fue la sorpresa en la alineación titular, y a Hazard. Fue el turno para entre otros, Vinicius y Bale, que no mejoraron a los sustituidos (Hazard y Rodrygo), pasando sin pena ni gloria por el partido que finalizó con 3-1 en el marcador, y donde los dos equipos, sobre todo el Madrid, estuvo más pendiente de regular el esfuerzo físico que de jugar en el segundo periodo, que dejó para el Eibar.
El Real Madrid con este triunfo sigue la estela del Barcelona al que tiene a dos puntos. No hay que olvidar que el equipo de Zidane perdió el liderato frente al Betis en la última jornada antes del confinamiento, en un partido infame de los blancos.
Ahora necesita corregir esa diferencia con el Barça en la lucha por un título que se va a resolver en cinco semanas. Es la otra liga, con otro futbol. Es una liga distinta.