Quiero hacerlo yo solo, soy misántropo
Se sostiene todavía la tesis, defendida en muchos sectores, que los mecanismos del poder se basan por antonomasia en la individualidad –no seré yo el que lo niegue ni me meta en más honduras-. Ejemplo de ello son Foucault y Barthes, que orientaban sus análisis bajo esa premisa. Tan es así que el primero incidió repetidamente en lo de que el autor “debe borrarse o ser borrado en beneficio de las formas del discurso”.
Dando un paso más adelante en esta casuística, nos encontramos con que Joseph Beuys también estaba de acuerdo con esta proposición, si bien a la hora de emprender su actividad y desarrollarla admitía únicamente en ocasiones la colaboración de los espectadores, temiendo seguramente que fuera a írsele de las manos.
Y hasta un colectivo de los muchos que hay por estos pagos ha declarado que “cada hombre –y mujer me imagino- que trabaje por la ampliación, aunque sea mental, de sus espacios de vida, es un artista” – a mí nunca me han dado tantas facilidades, claro que tampoco hasta ahora sabía que existían-.
Lo que alegan los defensores de la opción colectiva se fundamenta en que la obra de arte es el resultado de distintos factores, conocimientos y saberes, que no se pueden amparar en una sola personalidad, que a lo sumo es simplemente un catalizador y canalizador a todas luces insuficiente, y menos utilizar espacios públicos e institucionales de forma elitista, pensando exclusivamente en su exaltación para una mejor y más eficaz comercialización.
No obstante, dicho lo cual, no nos impide marcar como una reflexión contemporánea y una observación obligada, lo de que las capacidades intelectuales, creadoras, estéticas, intuitivas y técnicas para la realización de la práctica artística no se diluyen en lo colectivo, sino que son de manera irrefutable de carácter individual y no pueden ser implicadas o forzadas en proyectos comunales que ni les van ni les vienen. Otra cosa muy distinta es que se adhieran a los mismos voluntariamente porque consideren que se produce una complementariedad que permitirá la consecución de metas más efectivas.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)