¿Que no tengo estilo? Pero si todos los días voy al peluquero
Ya es una máxima que el artista es el creador de su propio estilo, lo que nos permite, entre otras cosas, agudizar la percepción de nuestro tiempo y nuestra sociedad. Lo adquiere, para algunos, en base a su instinto, a su intuición, a la memoria y los recursos con los que se ha dotado después de varios años de experiencia y aprendizaje, de conocimiento y fuerza expresiva.
Es entonces, a partir de la consolidación de ese estado, que pasa a ser un creador, tal y como se le empezó denominar al artista y que toma categoría de rango en el siglo XIX. Ese creador que no es alguien que trabaja por placer sino que hace aquello que necesita absolutamente (G.Deleuze).
Y siguiendo en esta dirección, podría decirse, bajo otro enfoque, que el estilo es la mano personal –Miró y la autonomía de su mano- reconocible en las obras del mismo artista o que es su pensamiento al crear la imagen.
Otras teorizaciones se decantan por lo contrario, dado que son partidarias de que en ningún caso se considere al estilo una sola expresión individual, porque siempre se refiere a algo fijo, objetivo, que unifica la formación de la misma. Y Para Kosme de Barañano “el estatuto de la obra maestra, aquella que la hace universal, es el estilo”.
Por consiguiente, acerca del estilo hubo innumerables formulaciones, de muy diverso signo, pero en casi todas ellas se encuentran aspectos y elementos que nos posibilitan al final tomar las conclusiones oportunas, sin que ninguna de ellas esté afortunadamente incluida en una lista inquisitorial.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)