¿Que hacemos con los Mossos d’Escuadra?

En todos los países democráticos, hay un pacto sobre la organización y el trabajo de las Fuerzas de Seguridad.

Son preguntas importantes y respuestas siempre complejas: ¿qué es un desorden público?, ¿qué respuesta hay que dar a cada desorden? Si cada país no sabe contestar estas preguntas de forma clara, la labor de un funcionario del orden público es muy complicada.

Catalunya nos está demostrando que cuando el poder responsable no tiene las ideas claras, los riesgos son imposibles de controlar.

Un gobierno que disfruta con algunas manifestaciones violentas y a la vez las tiene que reprimir, es un gobierno muy ineficaz y sicológicamente necesitado de debates. El Govern Català sospecha que estos desórdenes de estos días le favorecen en sus ideas de una Catalunya intedendiente. Y -al mismo tiempo- sabe que su obligación con todos los ciudadanos es que el orden público no se rompa con la violencia callejera.

Para más inri, las manifestaciones son por temas que nada tienen que ver con la posible independencia de Catalunya, pero al Govern le encanta que haya desórdenes en las calles de Catalunya. En esos desórdenes se insertan banderas rojas, republicanas y -sobre todo- independentistas.

Pero resulta que las Fuerzas de Seguridad de Catalunya dependen del Govern Català. ¿Qué hacemos?

Pues es complicado y un síntoma más de que no hay Gobierno, hay aprendices de gobernar. Violencia y enfrentamientos. Críticas a las Fuerzas de Orden, con prudencia, y aplausos tras las cortinas a los que desordenan el paisaje catalán. Mal paisaje para los ciudadanos normales que demandan el orden como un servicio más de la Generalitat.

Mi apoyo es claro y sin matices a todas las Fuerzas de Seguridad del Estado, lo mismo centrales que autonómicas.

Hay que animar a los Mossos d’Escuadra a que aguanten la confusión de sus dirigentes con sus ideas claras sobre el desorden.