PSOE: ENTRE MAQUIAVELO Y LA CONJURA DE LOS NECIOS

La destitución de Tomás Gómez al frente del PSM está suscitando opiniones para todos los gustos, dadas las dimensiones del asunto y su repercusión ante la cita electoral del próximo mes de mayo. No parece algo normal que el candidato elegido por el partido ―aunque fue una elección sin contrincante, al carecer los competidores de los avales necesarios― sea apartado sin miramientos poco antes de comenzar la carrera electoral. Esta decisión tan inusual ha dado pie a numerosas especulaciones que, con diversas formas, se concretan en la lucha por el poder.

Al minuto siguiente de su elección como secretario general del PSOE, Pedro Sánchez ha sentido la amenaza de contrincantes defraudados que han visto alimentada su inquina por los errores de un político con buena imagen pero carente de la experiencia para sortear sin lastimarse las prácticas habituales de un partido que lleva en su ADN el cainismo, con el acoso y traición al gobierno del doctor D. Juan Negrín como ejemplo más terrible, y en donde la federación de Madrid ha sido un paradigma del navajazo permanente. Se ha puesto en cuestión la idoneidad de PS, su falta de liderazgo y su «provisionalidad» a la espera de lo que decidida la gran dama del PSOE, la presidenta del gobierno de Andalucía, Susana Díaz. Ante el permanente aviso de encuestas nada favorables, una de las especulaciones más vendidas se concreta en que tras la grave decisión tomada por PS está la mano del maquiavélico Pérez Rubalcaba que ha abierto el libro del gran Toscano y le ha mostrado a su patrocinado la cita de Virgilio que aparece en el Capítulo XVII (La crueldad o la piedad. ¿Es mejor ser amado  o ser temido?) y que señala: «El momento grave y la novedad del reino me obligan a usar tales medios y a defender mis confines». El golpe en la mesa dado por PS para eliminar a un compañero nada fiable, gran amigo de la dama de Andalucía, tendría como objetivo despejarse el camino de cara a las primarias para competir a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales, con claro aviso a díscolos de toda laya.

Cuentan que el secretario general del PSOE intentó hacer ver al defenestrado TG que debía renunciar, pues las encuestas le señalaban como claro perdedor. Petición inoperante, dado que el contumaz candidato se mantuvo firme ante ZP, con el mismo argumento, y en esta ocasión tampoco se siente aludido por los líos de su partido en Madrid y los problemas del tranvía de Parla que le podían conducir a una imputación por excesivo sobrecoste o, cuando menos,  a la revelación de una gestión desastrosa. Y de nuevo, al poco bregado PS le fue mostrado  lo que se indica en el Capítulo III de «El príncipe» para estos casos: «la injuria hecha a un hombre debe ser de tal envergadura que no le deje lugar a reacción». TG promete luchar sin descanso, al no dar el asunto por zanjado, pero todo apunta a la renuncia de su escaño en la Asamblea de Madrid y la consolidación de su situación de político amortizado.

Otra de las especulaciones se basa en que TG había alcanzado su nivel de incompetencia tras conseguir el mando de los socialistas madrileños. Según Laurent J. Peter, «En una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia»( «Principio de Peter»). De ser el alcalde con mayor porcentaje de votos en España, TG pasó a ser el dirigente socialista que peores resultados ha obtenido en Madrid, incluida una clamorosa pérdida de militancia. Estas serían las razones por las que al nuevo líder del PSOE le han empujado a tomar una decisión de tanto calado y gravedad que no son pocos los que apuntan que con la «ejecución» de TG se ha labrado su propia tumba y ha reducido a escombros la casa en ruinas del PSOE. Y para poner más picante al asunto hay que contabilizar las afirmaciones que señalan al grupo PRISA como gran animador de esta operación política a la que el diario EL PAÍS, en una encuesta elaborada en escasas horas, augura un magnífico resultado.

Aunque resulte más estético repetirse que citarse, en un escrito anterior («El sadomasoquismo de la izquierda») quedaba señalado el instinto de autodestrucción de la izquierda española, donde lo del PSOE es para nota. Por llegar al poder, Felipe González renunció al «marxismo» para hacerse «socialdemócrata» y de centro-izquierda; sus sucesores se limitaron a ser los gestores amables de un modelo que ha quedado inerme ante la grave crisis desencadenada por el capitalismo financiero a partir de 2008 y el partido, desconectado de la ciudadanía, da la impresión de representar una conjura de necios que están a la greña por una disputa de «galgos o podencos» mientras buena parte de la ciudadanía, incluidos muchos votantes del PSOE, se vuelven hacía la figura de PI 3.0 y su partido con la misma o parecida esperanza como ocurrió en octubre de 1982.