¿Por qué me colocan en la fila del público profano?

Nadie sabe qué concepto de público es el artístico, mas lo que sí se puede afirmar es que es heterogéneo y variopinto. Algunos lo dividen entre entendido y profano, otros convienen en que ha pasado a ser una víctima de moda generalizada –minimizadora de diferencias- que las distintas instituciones y museos –no así las galerías de arte- han sabido imponer a través de sus sagaces estrategias de marketing. Con todo ello, lo cierto es que ha aumentado considerablemente la afluencia de espectadores de todas clases en estos últimos años a todas aquellas manifestaciones de arte moderno, incluso el contemporáneo.

Pero a la hora de la apreciación ya entramos en debate, pues si para Bordieu y Darbel las clases populares no pueden percibir estéticamente una obra de arte porque la propia definición de la estética les es extraña (una teoría apunta a que lo culto centra su interés en la obra mientras que lo popular en el autor o artista). Otros, como Grignon y Passeron, señalan que quien marca la pauta son las clases privilegiadas –dura aseveración-, que son los que mantienen al arte en un ámbito muy concreto y limitado. Y también se habla, dentro de esta misma controversia, de cuestiones estructurales que dificultan la comprensión y de las famosas condiciones de acceso a la cultura.

Sin embargo, es de resaltar que actualmente hay multitud de mediadores, información y estímulos entre el arte y el público, incluso como si fuese considerado como un objeto de consumo más, lo que ha posibilitado su acercamiento constante y paulatinamente, aunque sea necesario especificar que las exposiciones más visitadas son las de los artistas consagrados, casi todos ellos pertenecientes al arte moderno.

Por otro lado, está constatada la frecuencia con que la naturaleza hermética e intelectual del llamado arte contemporáneo, por muy rupturista y transgresora que sea, deja al espectador con la pregunta –si es capaz de formularla- en la boca, la visibilidad a medias o ninguna y sin un discurso emocional que llevarse a la garganta. Es probable que con el tiempo este fenómeno sea subsanable, cosa que ha ocurrido casi siempre, pero para muchos ya será muy tarde. 

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)