PODEMOS, TAMBIÉN Por Teófilo Ruiz

En esencia, en todas las formaciones políticas termina por desatarse una lucha por el poder. La denuncia de los malos hábitos de los partidos políticos tradicionales, de la «casta» establecida, no ha impedido a la formación morada tropezar con los mismos usos y costumbres denostados. La convocatoria oficial de Vistalegre II (coincidente en mes y fechas con el congreso del PP, para forzar comparaciones) ha puesto en negro sobre blanco los grupos enfrentados que aspiran al control de PODEMOS.

La diferencia esencial entre «pablistas» y «errejonistas» se centra en la forma, que no en el fondo. Si la elección de propuestas y dirigentes se hace por separado o de forma conjunta. En la asamblea fundacional (Vistalegre I) se optó por la elección por separado de propuestas y personas. Ahora, Pablo Iglesias defiende que en la elección de un programa se determine también el dirigente que lo proponga. Por su parte, Iñigo Errejón, plantea que se mantenga el procedimiento con el que inició su andadura PODEMOS, para conservar sus esencias democráticas y abiertas. No obstante, sin necesidad de lecturas profundas, lo que uno defiende es mantener el control del partido desde su puesto de Secretario General, con amplias atribuciones, mientras que otro trata de impedir ser laminado por un procedimiento poco receptivo con las minorías.

A poco de iniciarse la votación telemática para medir apoyos, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón han protagonizado un enfrentamiento que, como era de esperar, ha atraído la atención de los medios de comunicación para mostrar (en lugar destacado) el «enfrentamiento y la división» en el seno de  PODEMOS. Las redes sociales han sido de nuevo el campo de batalla y el escenario de las propuestas de armisticio, de caminar unidos, de colaborar  y así evitar un enfrentamiento que podría desembocar en desgarro. Sin embargo, esto no ha hecho nada más que empezar; en cualquier caso, el liderazgo de Pablo Iglesias parece incuestionable, lo que no ha impedido que dirigentes de diversas comunidades se planteen la «independencia» de sus respectivas organizaciones. Se alcanzaría así una organización confederada, apoyada en el «derecho a decidir» y con ciertas reminiscencias de los reinos de taifas.

En este primer asalto en la lucha por el poder, han querido ver algunos semejanzas con el enfrentamiento entre Stalin y Trosky, que terminó con el exilio y asesinato, en agosto de 1940, del fundador del Ejército Rojo. La cosa no es para tanto: en este caso el piolet de Ramón Mercader se ha transmutado en un video o un mensaje en las redes sociales, que hiere pero no mata.

Poniéndonos estupendos podríamos apuntar que estos dos jóvenes políticos son el Dionisos y el Apolo de PODEMOS: la exaltación orgiástica sería Pablo y la serenidad artística Iñigo. O más aún: en el Timeo encontramos otra posible semejanza, «pues Platón establece una distinción esencial entre el hombre exaltado, delirante, llamado ·adivino·, y el ·profeta·, o sea, el intérprete que juzga, reflexiona, razona, resuelve los enigmas, da un sentido a las visiones del adivino»( Giorgio Colli. El nacimiento de la filosofía).
Lo evidente es que la lucha por el poder en el seno de la formación morada la está alejando de la misión autoimpuesta de protagonizar la oposición, en las instituciones y en la calle, al ejecutivo del PP, apoyado por CIUDADANOS y un PSOE que, conducido por una Gestora que espera a Susana Díaz, sufre el síndrome de Drácula: se busca en el espejo, pero no encuentra su imagen. Y así se consumará la nueva vuelta de tuerca que serán los PGDE 2017, con los recortes para ajustar el déficit que recaerán en los mismos de siempre.