PODEMOS-IU:  allegro  ma non troppo

Después de unas negociones con un estrecho margen de tiempo, el matrimonio de conveniencia se ha consumado. Pelillos a la mar con los insultos y descalificaciones lanzadas por el locuaz líder de PODEMOS contra IU y sus dirigentes. Las últimas encuestas del CIS, con un notable descenso de la formación morada, y las deudas que pesan como una losa sobre Izquierda Unida han sido determinantes para esta alianza electoral. A todo esto se ha sumado el mal disimulado deseo de Alberto Garzón de seguir los pasos de Tania Sánchez.

Según los cálculos de los firmantes, IU pasaría de los dos diputados obtenidos el 20-D a ocho o nueve. Dejando a un lado asuntos como la visualización de la campaña, el programa compartido o la posibilidad de grupo parlamentario independiente, el meollo del acuerdo se centra en la seguridad de la suma. Y esa seguridad, cuando menos, es cuestionable. Iñigo Errejón ―en horas bajas, pese a repetir como número tres por Madrid― advertía que contar con que todos los votantes de IU iban a sumarse a la coalición en la cita del 26-J es un planteamiento que no se corresponde con la experiencia: se comprobó con el PSOE, con Almunia como candidato y se ha visto más recientemente en las catalanas con CDC y ERC, que sumaron menos juntos que separados. En definitiva, en política dos y dos ―se ha repetido hasta la saciedad―  no siempre suman cuatro.

No obstante, no quiere decir que en esta ocasión no se materialice la suma y la alianza PODEMOS-IU aumente su representación y consiga superar al PSOE, abriendo un escenario inédito y complicado de alianzas y consecuencias. Sin embargo, a tenor de las peculiaridades de la denostada ley electoral, en principio, el PP se vería bastante perjudicado al entrar en liza una tercera formación que le «robaría» escaños en las provincias con escaso número de diputados. Esto vendría a explicar el interés puesto por los dirigentes populares en plantear la campaña electoral en un enfrentamiento entre PP y PODEMOS-IU, además de recuperar el descalificativo de «comunista» para intentar atemorizar a una parte del electorado y que vuelva al sentido común de la recuperación económica llevada a cabo por los populares.

En un «más difícil todavía» la formación morada ha enviado una carta al PSOE proponiéndole ir juntos en las listas del Senado, para evitar el bloqueo que pudiera hacer el PP a un gobierno de izquierdas. Es de suponer que, con los antecedentes de las negociaciones tras el 20-D, la dirección socialista ha recibido esta propuesta con una sonrisa tetánica. Se trata de un brindis al sol, pues no hay margen temporal para la negociación y una posterior consulta a las bases. Sin embargo, acredita la capacidad de teatralidad de los dirigentes de PODEMOS y su manejo del escenario político, con propuestas sorprendentes, aunque irrealizables, y que pueden hacer mella en el electorado. En definitiva, un remedo oportunista del Frente Popular que ganó las elecciones en 1936, pero con unas circunstancias y electorado muy diferente.

En cualquier caso, sobre la mayoría de los líderes de las cuatro principales formaciones pesa el bíblico Mane, Tecel Fares (Daniel 5:1-31), con su «pesado, medio y contado»: el PP tendrá que cambiar de presidente si Mariano Rajoy vuelve a «ganar» las elecciones de forma tan inoperante; el PSOE recuperará su juego favorito de intercambio de navajazos; una defraudación de las cantadas  expectativas electorales puede provocar la ruptura de las confluencias con PODEMOS y que cada uno marche por su lado, y CIUDADANOS podría jibarizarse con el retorno de buena parte de sus votantes a la procedencia materna del PP. Sin embargo, habrá que esperar a lo que decidan los votantes el 26-J, algo que todavía no está claro.