Picasso y sólo Picasso

Considerado como el genial artista del siglo XX que abrió puertas al arte que eran inimaginables, Picasso no se libró de las observaciones reprobatorias de algún autor relevante.

John Berger (1926-2017), inglés, escritor y crítico de arte, dibujante, novelista, simpatizante del realismo marxista sin incurrir en lo doctrinario, apostaba siempre por el tema por encima de la forma. Su libro “Ascensión y Caída de Picasso” sostuvo la tesis de que éste nunca alcanzó la meta insuperable porque se había dejado absorber demasiado pronto por la burguesía, además de haberle colocado en Francia en un pedestal gracias al círculo de sus amigos comunistas –y otros que no lo eran-, lo que le supuso estar protegido de toda crítica.

Berger entendía que a Picasso le había faltado y le deberían haber aconsejado visitas a la India, Indonesia, México o África Occidental, “donde podría haber encontrado temas dignos de su genio y de sus convicciones políticas, con lo podría haberse convertido en el artista del mundo que surge […]”.

No obstante, este crítico, contrario al simbolismo y al formalismo –y a algún “ismo” más-, valoró el periodo cubista como el más importante, si bien da como culminante el lapso que transcurre entre 1931 y 1942/43, que, según este comentarista, consigue un gran acierto en sus temáticas, influido por una relación amorosa muy apasionada y su odio al fascismo triunfador en España.     

En todo caso, me inclino por la frase dicha por Julian Trevelyan, la cual, aunque estuviese referida a Víctor Pasmore, puede aún mejor aplicársele a Picasso:

“Los pintores deben necesariamente ser anarquistas, egoístas, crueles, perseguidores sólo de la verdad de su visión singular, la que deben comunicar a cualquier precio. Si llegan a entrar en conflicto con la sociedad, deben estar preparados para desafiarla”.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)