Para vengarme no necesito más que el pincel

El arte, en términos abstractos, no sabe de venganzas; el artista, en su condición humana, sí es susceptible de incurrir en ellas al tratarse de conflictos y desencuentros personales, pero raramente las expresan con sus herramientas en el marco de su práctica artística.

No obstante, hay, como siempre, excepciones, como la del pintor francés Girodet-Trioson (1767-1824), al cual la actriz Lange, de cierta notoriedad por entonces, le encargó un retrato, que presentó al Salón de París bajo el título de “Danae”. No sabemos lo que es lo que le disgustó, pero la gran dama, cuando lo vio ya colgado (imprudencia del artista), le exigió que lo retirara, pues comprometía su reputación y a él no le añadía nada a su gloria como pintor.

Después de obedecer y hacerlo, lo pensó y tramó su venganza, consistente en pintar uno nuevo, muy similar, que es el que ahora se conserva, sin cambiarle ni siquiera el título, y volvió a incorporarlo a la exposición.

Sin embargo, la maldad no se quedaba en eso, sino que además estribaba en la inclusión de determinados detalles alrededor del desnudo cuerpo femenino, que se referían  a costumbres disipadas de la intérprete.

Tales fueron el sorprendente parecido que guarda el pavo de corral –al que le había añadido plumas del pavo real- con el marido, que lleva incluso un anillo en la pata, así como el rollo de la obra “Asinaria” de Plauto a los pies de Danae, tremendamente significativo y cruel por cuanto en la comedia figuraba una cortesana que concedía simultáneamente sus favores a un padre y su hijo.

Para sus contemporáneos fue un descubrimiento repugnante que obtuvo una gran publicidad y difusión e implicó graves consecuencias para Lange, tan fatales como para tener que dar por acabada su carrera y desaparecer, totalmente abatida, en Italia, en donde finalmente murió.

Algunos dedujeron que fue un desquite tildado de moralizante, aunque más corresponde a una revancha pura y dura por no haber sabido apreciar y rechazar una gran obra de arte a ella dedicada.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)