¿Para qué seguir buscando? Quédense en casa

Si hacemos uso de una sentencia frecuente en el campo religioso, podemos declarar que si seguimos buscando al arte es porque existe y en cierta medida ya lo hemos encontrado, -¡vaya con los detectives!-. Sería un fantástico aforismo si no fuese porque suena a un ardid para salir por la tangente o un constructo intelectual divorciado de la realidad de las cosas.

¿Por dónde empezar entonces? Pues en estos tiempos enfermos de crisis la tentación es volcarnos con determinaciones metafísicas sobre su naturaleza, poniendo a su servicio la razón, los sentidos, la lógica, la experiencia, el sentido común o en última instancia un gesto de autoridad. Con ello dejaríamos fuera de juego a la duda metódica cartesiana que reafirma la independencia de criterio, la crítica y el factor existencial.

Por eso, es preferible que el ojo del arte no sea una apariencia enmascarada sino un disfraz por el que vislumbrar al arte mismo en su doble condición de la soledad humana: trabajo y encantamiento (María Zambrano).

En tal caso, si continuamos en esa búsqueda del arte, necesidad mayor ahora que quizá en otras épocas, es porque son demasiadas las sombras, muy pocas las luces, muchas las teorías contradictorias para engañar a la razón, los artificios para asombrarla y los simulacros en orden a transformarla.

En definitiva, aunque la realidad cochambrosa actual nos ahogue, ejercitar la visión crítica no ha de ser una renuncia sino una permanente odisea con la que afrontar plásticamente situaciones, contextos, espacios, momentos y vidas. Y eso sin hablar todavía de otras pomposidades y vaciedades que nos abruman.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)