Oscar Méndez Lobo a partir de sí mismo
Esta segunda parte sobre el español Oscar Méndez Lobo y su obra, uno de los grandes artífices de la vigente pintura española y merecedor de una gran proyección internacional, la podríamos empezar por una reflexión viva y continuada entre su trabajo creador y su ser, y la operación por la cual las cosas llegan al final a la existencia. Porque él mismo se amalgama en un modo de vivir tanto como en un modo de causar que otra cosa sea.
Para eso, antes de dar inicio a cada una de sus aventuras plásticas, exigentes y feroces, se rodea de una serenidad infinita, silenciosa, y de un saber cada vez más sediento con el que dejar huellas y conservarlas. Es consciente asimismo de que su quehacer está íntimamente ligado a una dimensión espiritual que entraña unas dotes invocatorias de misterio y magia.
Sus obras parten de tales premisas y en consecuencia reflejan ese simbolismo de tragaluz abierto al sueño en el que
convergen circulaciones, flujos, corrientes, remolinos y tormentas en el interior de un cosmos que él domina, colma y reviste de un poder tan enérgico como si fuese una deidad.
Tales encarnaciones cromáticas y hasta viscerales son fruto de unos procesos orgánicos de luces y
sombras, de sangres y resplandores blancos, de vocabularios cromáticos que encienden la llama del deseo a través de tramas múltiples que errabundas llenan vacíos y entrecruzan significantes de niveles diversos y citas con el fragor de un volcán incandescente.
Por eso, por medio de cada una de sus series flota un lirismo que hace que su producción tenga una forma de fortalecer e impulsar la comunicación y transmisión de percepciones, experiencias, vivencias,
hasta presentimientos que revelan ante la mirada escrutadora sensaciones y pensamientos que descubren al observador desafíos, por un lado, y seducciones, por el otro, acompañándole en la expansión de su propio imaginario.
No hallaremos razones, pues, para desentendernos metafísica y sensorialmente de unas visiones y de unas apariciones que nos trasladan desde el hechizo hasta la materialización de un aura que nunca tendría que abandonarnos.
Estamos, en definitiva, ante la propuesta de un artista que reúne la suficiente acreditación plástica y visual para figurar en la élite del arte contemporáneo español.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte