O ENTROIDO EN LA MONCLOA.Teófilo Ruiz

O Entroido, la fiesta que en Galicia precede a la Cuaresma, parece instalado desde hace medio año en el palacio de la Moncloa. El personaje principal, por supuesto, lo encarna MR, cubierto con la máscara de cigarrón que incorpora una inquietante y barbada sonrisa, pero con el atributo del peliqueiro, un látigo con el que fustigar a todo aquel que se ponga por delante.

En un aquelarre que tiene como conjuro la «herencia recibida», se ha desmantelado la legislación laboral con el argumento de flexibilizar el mercado de trabajo y facilitar la creación de empleo. Las consecuencias inmediatas han ido en dirección contraria: barra libre para el despido y aumento del paro. La cirugía de motosierra, para controlar el déficit público y ajustarlo a las exigencias de Bruselas, se ha concretado en un desplome de la actividad económica hasta llegar a la recesión, con el agravante de que, con medio año todavía por delante, ya se ha superado el tope de déficit previsto para este ejercicio. Para colmo, buena parte de las autonomías están en quiebra y suplican de rodillas los favores del cigarrón.

En cuanto al sector financiero se asegura que a la tercera va la vencida. Tres reformas en lo que va de año es de record. Se trata de dar carácter de Ley al Memorándum suscrito con Bruselas, conocido como MoU, para que lleguen los famosos 100.000 millones de euros, amén de establecer estrictos controles sobre la actividad de los bancos y la creación, tantas veces negada, de un «banco malo» que aglutine todo el desastre inmobiliario que bancos y cajas acumularon contraviniendo la más elemental praxis bancaria. La afirmación de que el tan traído y llevado «banco malo» no costará nada a los contribuyentes tiene tanta fiabilidad como las predicciones del tarot. A parte de que las directrices de la Unión Europea, que en realidad son un Diktat de Berlín, se marcan como objetivo esencial cobrar las deudas, aparcando el crecimiento para tiempos mejores.

Un país históricamente de emigrantes, de individuos (que no ciudadanos) que desde siglos han tenido que salir fuera a mitigar el hambre ( y que ahora empieza a recuperar esa mala costumbre) ya tiene su chivo expiatorio. El Gobierno, por medio del ministerio de Sanidad, ha decidido suprimir la cobertura sanitaria a casi un millón de personas. Dejando a un lado la solidaridad, moneda de uso restringido en estos tiempos, el sentido común debería alertar sobre la gravedad de esta decisión: se colapsarán las urgencias de los hospitales y puede aumentar de forma preocupante la propagación de diversas enfermedad tenidas, hasta ahora, bajo control. El ahorro que con esta medida se pretende conseguir puede convertirse en mayores gastos.

MR, en las escasas veces que habla en público, asegura que los recortes y las subidas de impuestos las ha tomado en contra de su voluntad y por pura necesidad; cuando escampe, las cosas volverán a ser como «Dios manda». Pero las grandes empresas, a las que el Rey ha pedido que echen una mano, la Iglesia y las grandes fortunas parece que no están concernidas por la crisis.

Como todo buen Entroido, el final se realizará con una queimada, pero de momento no hay fecha para este feliz día. Siguiendo la línea de comportamiento, el cigarrón MR utilizará la mejor sonrisa de su máscara para anunciar nuevas e inevitables medidas. Está por ver sobre quién golpeará su látigo de peliqueiro, aunque los pensionistas sean los más señalados. Pero todo sin prisas, con retranca gallega, no sea que se ponga en peligro el gobierno de Galicia.