NUEVO CURSO: ASIGNATURAS PENDIENTES

Y no simples «marías». El paro que no cesa y el conflicto catalán, amén de una propuesta de regeneración democrática, con la elección de alcaldes primando la lista más votada para mantener las alcaldías emblemáticas, amenazadas por el desgate en el ejercicio de gobierno.

  1. Después de su visita al apóstol Santiago matamoros, en compañía de la todopoderosa canciller alemana, el presidente del Gobierno ha decretado una guerra a muerte contra el paro. Agotado el efecto de la virgen del Rocio ―seis meses de manifestaciones triunfales para la ministra Báñez―, los datos negativos del mes de agosto obligan a emplearse con contundencia contra ese fantasma que recorre Europa y que en España ha adquirido su más corpórea forma, con cifras de pesadilla social. MR se ha mostrado dispuesto a emprender su particular batalla de Clavijo contra el desempleo después de haber desregularizado el mercado laboral hasta límites inimaginables, con precariedad galopante y una devaluación salarial de muy difícil digestión. Las cifras macroeconómicas y el repunte moderado del consumo interno no pueden ocultar la falta de medidas efectivas ante un sistema que basa sus esperanzas de crecimiento en un sector, el turístico, que se va degradando por momentos y unas exportaciones que se frenan porque el entorno está en crisis y su competitividad se basa en salarios bajos y no en tecnología avanzada e investigación. Solo cabe esperar a que Mario Draghi, presidente del BCE, vuelva a lanzar promesas de esperanza que, como en otras ocasiones, permitan márgenes de maniobra con el déficit público que favorezcan una llegada a las próximas elecciones con cifras algo presentables. Sin embargo, las cosas no serán fáciles y hasta el mismo presidente de la patronal, el catalán Sandro Rosell, ya ha anticipado un otoño nada brillante en el descenso del paro. Y sobre todo con una UE a las puertas de la recesión, pero más preocupada en el reparto de los puestos de mando que en la solución de los problemas de los ciudadanos europeos.
  2. El «caso Pujol» es una bomba de efecto retardado que el gobierno de MR ha puesto en marcha ante la amenaza y auge del separatismo. Si no fuera por las dramáticas consecuencias que puede traernos a todos, pensaríamos que estamos ante una de las obras humorísticas del genial Joan Capri («Jo, el serial i la gallina»), que en los años sesenta y setenta hacían desternillarse de risa al público teatral de Barcelona: mordidas a empresas, reparto del botín entre una numerosa camada de hijos, madre omnipresente e instigadora, novia despechada, antiguos colaboradores insatisfechos… todo un esperpento. Pero la risa da paso a la indignación cuando la televisión nos muestran a un gesticulante Pujol proclamándose defensor de la ética y la dignidad ante las acometidas del Estado español por el caso de Banca Catalana frente a la imagen farisaica de una confesión que apunta a algo más que a una herencia no declarada. Nada menos que treinta años de hipocresía que han ido fomentando un nuevo desencuentro entre Cataluña y el resto de España, para colocar la desafección en un punto de difícil retorno. Puede que Convergencia y su actual líder, Artur Mas, sean políticos terminales, pero el independentismo va a seguir su camino hasta provocar la intervención del Estado y, mucho nos tememos, no va a ser suficiente con las suspensiones del Tribunal Constitucional. Como señalara Ortega y Gasset en el debate sobre el Estatuto de Cataluña (1932), el problema catalán es insoluble y tan solo puede admitir la «conllevanza», aunque en estos momentos esa «conllevanza» requiera nuevas formulaciones.
  3. la ciudadanía no puede recibir nada más que con una sonrisa tetánica las propuestas de «regeneración democrática» de quienes están de basura hasta el cuello, pero la reciclan por la entrepierna. Antes de hacer ningún tipo de reformas, se debe proceder a la limpieza de la casa propia, que apesta ( Bárcenas, ERES). El particular mapa de la corrupción (Madrid, Cataluña, Valencia, Baleares, Andalucía) requiere una limpieza en profundidad para que cualquier propuesta sea creíble. Y sobre cuando los precedentes mueven a la duda, como las piruetas del ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, que pasa de una restrictiva revisión de la ley del aborto a eliminación de los aforados, para ocultar una reforma judicial que se aleja de los demandantes con menor poder adquisitivo.

En estos días inciertos, con un panorama próximo nada halagüeño (paro y desigualdad social en aumento) y un exterior amenazante (Ucrania, Oriente Medio) no es de extrañar que buena parte de la ciudadanía rechace las propuestas de los que nos han llevado hasta esta ruina o no movieron ni un dedo para impedirla y presten atención a propuestas más o menos utópicas o que no han pasado por la prueba de la experiencia. El futuro, por tanto, es una página en blanco que ya veremos si se escribe con renglones torcidos o de forma más correcta.