¡No seas idiota! el arte viene primero y después la ciencia, o, ¿es al revés?
Los que aman el arte por encima de la ciencia es porque consideran que si careciesen de él, la naturaleza humana no tendría la sangre ni el cerebro indispensables para contemplarse ni reconocerse ni comprenderse. Los que anteponen la ciencia al arte en cualquier circunstancia lo tienen muy claro: sin ella no podríamos vivir ni satisfacer nuestras necesidades.
Sin embargo, aunque hay una verdad artística y otra científica, sus bases de construcción son similares hoy más que nunca, en cuanto comparten una actividad analítica (observación, distinción, clasificación, etc.), otra sintética (subdividida en deductiva e inductiva) y la práctica (validez de los resultados). Concurre, por tanto, el hecho de que el artista opera igual que el científico mediante el conocimiento, la experiencia y la técnica. O lo que es lo mismo, experimentan ambos para llegar a una invención, una creación o un descubrimiento, cada vez más con los mismos medios y recursos.
Pero respecto a sus fines, es preciso señalar que la ciencia transmite unas creencias verídicas basadas en sólidas razones y desarrolladas en forma explicativa (Bertrand Russell), mientras que la obra de arte ha de despertar esencialmente una respuesta emocional o intelectual (la necesidad de la pasión de la que hablaba Unamuno), además de conocimiento.
Visto lo visto, se puede aventurar una conclusión: el artista ha de saber utilizar y comprender la ciencia y la tecnología de cada día (como fuerzas que motivan la velocidad creciente de los cambios culturales), incorporarlas a su quehacer y convertirlas en imprevisibles y asombrosas. Y por lo que se refiere a la ciencia, ésta ha de saber humanizarse y transformarse en un referente y elemento imprescindibles para ofrecer una visión estética de su naturaleza.
Gregorio Vigil-Escalera Alonso
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)