No mires eso, niño, es arte contemporáneo, ¡caca, caca!

En principio, he de dejar claro que el concepto de arte contemporáneo debe abarcar el arte de hoy en su totalidad, y, por tanto, a todas las concepciones y desarrollos estéticos que navegan en distintas direcciones.

Sin embargo, hay voces que lo desdibujan desde casi todos los ángulos, unos porque mantienen que a los artistas actuales solamente les preocupa el éxito; otros porque, como indica Thomas Schütte, argumentan que el arte, ahora, es un cincuenta por ciento de cotilleos y un cincuenta por ciento de moda. Hasta llegar a los más determinantes que consideran que buena parte del arte de estos momentos parece aleatorio, apolítico, ingenuo, incluso voluntarista.

Por el contrario, los que son creyentes confesos, tal como Henriette Huldusch, hablan de valores como autolimitación, sustentabilidad, antiespectáculo, la no monumentalidad y carácter efímero. En fin, unas cuantas mistificaciones como éstas no le hacen daño a nadie, máxime en un ámbito en el que no es que falten, es que sobran.

Y ya los analistas consagrados de este arte ligero nos desvelan el verdadero alcance de sus elucubraciones teóricas sobre la contemporaneidad, al señalarnos  las supuestas cuestiones fundamentales, como el cambio de significado de ser en el tiempo, la ubicación y el desplazamiento,  la libertad en el interior de un espacio altamente mediado, la construcción de una noción del yo a partir del entorno extraño y fragmentado en que nos hallamos inmersos, etc. Si les digo la verdad, puedo quedarme con todas como con ninguna.

El colofón es que todo ello nos pueda arrastrar a un absoluto retórico e insulso con el fin de ocultar la auténtica dimensión del arte, al que se le ignora primero y hasta se ríen de él, para luego pasar a combatirlo y admitir al final su victoria. No cabe duda que todos los que somos espectadores esperamos que sea así esto último, pues es el mejor paradigma, el que cree en sí mismo y nos conmociona cultural, social e históricamente.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Española y Madrileña de Críticos de Arte (AECA/AMCA)