no está el canon occidental. Lárguese
El arte actual vive, según algunos autores, inmerso en la agitación, en la inestabilidad, en la fugacidad, en que el espectáculo es lo fundamental, así como la moda, lo transitorio y la constante transformación. Lo cual significa una cierta verdad mas siempre ajustándola a una parte de la realidad, no a toda.
Entonces Harold Bloom, crítico de Yale, salió del armario y expuso, visto lo precedente, que el centro se había ido hacia abajo y “la anarquía estaba a punto de desatarse entre lo que antes se conocía como el mundo culto”. Tomando como base que los valores estéticos de la vida son una entidad autónoma irreductible a la ideología o la metafísica, defendía la articulación de un “canon occidental” – ¿también étnico? – que pusiese orden y clarificación en todo lo relativo al universo artístico y cultural.
Como tal canon de Occidente –o de donde sea, añado- es el único que puede –basado en fuentes delimitadas que se remontaban a la época griega o helena- proporcionar el uso correcto de la propia soledad, cuya forma final es el enfrentamiento de uno mismo con su carácter mortal – ¿nos descubre algo? –. Además, privados de él dejamos de pensar. Algunos dirían que menos mal.
En consecuencia, que al margen de que implique un misticismo rayando en lo religioso o incluso en el existencialismo a la par que una mistificación elitista, la tipificación y preceptiva conllevaría anquilosamiento, rigidez, inmutabilidad, por lo que sus frutos irían en contra de sus mismos postulados. ¿Cuántas veces tendría que ver una obra idéntica pero distinta?
En resumen, que este tipo de canon occidental suena a doctrina coja y un tanto perversa, por cuanto todo hace suponer que paralizaría la expresión del pensamiento, atrofiaría la creatividad, inmovilizaría nuevos modos de manifestación e imposibilitaría una renovación estética que es la esencia misma de la vida y la sociedad. Y por descontado, se cercenaría la libertad, la exploración y el marco de actuación de todos los agentes implicados en la continuación del sistema.
Gregorio Vigil-Escalera
(De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte)