Muerte del arte. Yo pongo los cirios
De nuevo se hace necesario retomar esa infectada teoría o teorías de la muerte del arte, que parte de la inexistencia de un núcleo subjetivo, el cual, por el contrario, tiene existencia en una creencia que hoy por hoy forma parte de una comunicación que conecta la conciencia de muchos individuos. Por lo tanto, el arte es una imaginación compartida por millones de seres humanos y, en consecuencia, para cambiar un orden imaginado, hemos de crear uno alternativo, lo cual no ha sucedido todavía, y ni siquiera se sabe el cuándo y el cómo, ni la manera de salir del mismo. De momento, pues, no hay otra opción.
De todos modos, la experiencia visual se conserva de forma inevitable en la movilización del día a día, además de que sin la cual no nos sería posible expresar y dar forma a un arte visual. Tal es así que cada época impone un molde expresivo ampliamente genérico, de acuerdo con el cual plasma su obra. Y cuando la fórmula ha perdido su espíritu anterior, hay uno nuevo desde el cual se la vive.
Pero para los que les embruja y hechiza la muerte –me incluyo para no tenerla al lado-, hemos de verla como un acto supremo de libertad, amor y vida. El arte entraría entonces en esa materia unitaria a través de tal éxtasis y de este modo acabaría penetrando de una vez para siempre en una plenitud de vida superior. ¿O no?
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)