MERKEL  EN LA PUERTA DE BRANDEBURGO

Los pronósticos se han cumplido con creces y Ángela Merkel ha logrado un triunfo electoral que sobrepasa los pronósticos previos, aunque se queda sin su socio favorito para gobernar en coalición, tras el hundimiento de los liberales. Pero lo cierto es que, como la diosa de la Victoria que conduce la cuadriga que corona la Puerta de Brandeburgo, la canciller tiene bien sujetas las riendas del gobierno de Alemania que, hoy por hoy, es lo mismo que tener controlada a toda la Europa Comunitaria. Por los arcos de esta puerta ha pasado el viento de la Historia: desde Napoleón al frente de sus tropas tras la victoria en Jena, hasta la procesión de antorchas que celebró el triunfo hitleriano, o la multitudinaria concentración de 2009 para festejar la caída del muro de Berlín.

Los alemanes le han dado su confianza, aunque la situación no sea tan fácil como parece a simple vista, dado que en la Cámara Alta, con la representación de los gobiernos regionales, los partidarios de Merkel están en minoría. Sin embargo, el huracán de la austeridad todavía sopla con fuerza, como receta que hay que aplicar para poner coto a los excesos, especialmente los realizados en los países del Sur, con la financiación ―en buena parte― de la banca alemana. Los ajustes, centrados casi todos en el abaratamiento del mercado laboral, con los minijobs, fueron iniciados en Alemania por los socialdemócratas, con la denominada Agenda 2010, como herramienta para hacer más competitiva la economía, aumentar las exportaciones y situar al país a la cabeza de una Europa cada vez más ayuna de liderazgo. Y el objetivo, ciertamente, se ha cumplido ampliamente.

Merkel, la primera mujer canciller en la historia de Alemania, va a seguir con su programa de austeridad y recortes, como espejo en el que debe mirarse todo dirigente europeo quiera verse reflejado con realismo. Los  posibles socios ―socialdemócratas o verdes ― serán pocos los matices que puedan introducir en una orientación que cuenta con un respaldo social muy amplio, incluida una buena parte de los medios de comunicación que se han dedicado a difundir una imagen distorsionada de unos países sureños que viven a cuenta de los sacrificios que ha tenido que hacer el conjunto de la sociedad alemana.  La Unión Bancaria, los Eurobonos u otras propuestas ya aprobadas por la UE tendrán que esperar a otros momentos más propicios para poder convertirse en realidad y hacer de la Eurozona y de la Unión Europea en general un espacio socioecómico cohesionado y provisto de las herramientas necesarias para competir en la economía globalizada con posibilidades para no quedar arrumbada en el camino.

La insistencia en los programas de austeridad está lastrando, cuando no impidiendo, el crecimiento económico de la mayoría de los países de la UE, incluida Alemania, con incrementos raquíticos, propiciando que, más que la salida de la crisis, se esté gestando una nueva debacle. La luz que muchos empiezan a ver al final del túnel, puede que no sea la del tren de la recuperación, sino el reflejo de la nieve del crudo invierno de Stalingrado.