¿Me invita a un cóctel no estético?

Algunos ya han dado por finiquitada a la estética y sin siquiera permitirle cobrar el saldo. Y muchos más escucharon con arrobo a Marcel Duchamp cuando aquello de que “el deleite estético es el peligro que hay que evitar” (aunque él no predicaba con el ejemplo dada las rubias desnudas que le acompañaban en el ajedrez). Lo cual queda manifiestamente claro en sus famosos ready-mades (denominación que copió de una tienda de ropa americana).

Tal asomo de teoría contra la retina ha sido practicado y venerado hasta hoy mismo y con visos de continuar sembrando pollinos.  Ahí está lo conceptual para proclamarlo, el pop –cultura popular elevada a alta cultura porque el mundo del arte así lo ha decidido- y otros movimientos de signo parecido.

Sin embargo, según Danto, el camino filosófico es el eje sobre el que debe establecerse la distinción entre un objeto de escaparate y uno que acabará en un museo. El primero es vulgar y está llamado a formar parte del consumo. Del segundo –un tanto similar al primero-, por el contrario, se obtiene casi sin mirarlo y con sólo tener una referencia de él, toda una supuesta ontología entre lo que somos y la conciencia de serlo. No es importante su forma, ni su estructura, ni si camina o está quieto.

Lo fundamental es que en su presencia las cuestiones se suceden unas a otras, llegándose así a la afirmación de este pensador de que algo es una obra de arte cuando tiene un significado –sea el que sea- y cuando ese significado se encarna en la obra, lo cual significa que ese significado que se encarna en el objeto es en el que consiste materialmente la obra de arte. Con lo que su teoría se resume en que las obras de arte son significados encarnados (pero no por el rubor).

En conclusión, al final nos topamos con la cuestión que lleva a otras cuestiones, aquellas que se refieren a tipos de significados, su validez, su idoneidad o calificación, y lo más importante, su carácter antiestético. Pues la estética ya no pinta nada y si lo hace es en fuera de lugar y tiempo. No obstante, el ciclo acabará, con el transcurso de las épocas, volviéndose a sus orígenes, ya que hay que seguir buscándole tres pies al gato.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional yEspañola   de Críticos de Arte (AICA/AECA)