MAYORÍA CRECIENTE, DEMOCRACIA MENGUANTE Por Teófilo Ruiz

Las sociedades democráticas, como es el caso de la española, tienen el gobierno que se merecen, pues se elige en libertad. Se ha votado sin el más mínimo espíritu crítico, como seguidores de equipos de futbol que desean la victoria aunque sea por penalti injusto y en el último minuto, y los elegidos se sienten legitimados para hacer lo que crean conveniente, aunque lo que hagan convenga a muy pocos. Y la realidad nos muestra que una mayoría aplastante se traduce en un sistema democrático degradado donde el Parlamento queda reducido a «na», que es la mitad de «nada». El Ejecutivo goza de total impunidad para sacar adelante las leyes que considere convenientes, con independencia de que formaran parte del programa con el que convenció a los ciudadanos para conseguir los votos necesarios para desempeñar el poder. El control parlamentario de la acción de gobierno se vuelve imposible en la práctica, y la democracia (menguante) cede terreno, en constante retroceso.

Se reanuda el curso político con un gobierno que parece inatacable a cualquiera de los detritus corrosivos que genera la sociedad, desde el paro al caso Bárcenas. MR, con paso imperturbable, marca el ritmo para desmantelar las conquistas sociales siguiendo el consejo de Escrivá de Balaguer: «Maza de acero, en funda acolchada». Se exhiben argumentos irrefutables: crecimiento de las exportaciones, buenos datos del paro, incremento del turismo; la recuperación está a la vuelta de la esquina y para que llegue nada mejor que mantener la fe en las «reformas » del Gobierno, que han de dar los frutos apetecidos. Sin embargo, la realidad es muy tozuda y nos muestra a unos empresarios (CEOE) que no tienen bastante con la Reforma Laboral de la ministra Báñez y piden mayor flexibilidad o, lo que es lo mismo, un despido todavía más barato. La reducción de los modelos de contratación se presenta como una «racionalización» que evita burocracia, cuando lo que va a suponer, de entrada, es la eliminación de las subvenciones a contratos específicos (discapacitados, maltratadas, etc.). Un puesto de trabajo se ha convertido ya en algo tan difícil de conseguir que para alcanzarlo se realizan desde alambicados cv hasta videos que circulan por las redes sociales que no dejan la dignidad personal en muy buen lugar. El tan traído y llevado «es lo que hay» es  el mejor antídoto para la reivindicación y no puede ocultar algo tan preocupante como dramático: el sistema de capitalismo global informatizado es incapaz de generar empleos de calidad para la mayoría de los  potenciales demandantes de puestos de trabajo, aunque redujera sus márgenes de beneficios, algo a lo que no parece dispuesto en modo alguno. MR y su gobierno lo saben y se han puesto como tarea inexcusable hacer la economía española competitiva con una mano de obra pagada con salarios de miseria.

Pero como la capacidad de empeorar es infinita, una vez conseguido el descoyuntamiento del mercado laboral, toca el turno a las pensiones. Y es de suponer que la «reforma», a buen seguro, también colocada bajo el manto protector de la Virgen del Rocío, de la que tan devota es la ministra de Empleo, se concretará en una serie de recortes, dado que tenemos pensiones por encima de nuestra posibilidades. Pero ante todo hay que combatir el grave problema de nuestro sistema  que no es otro que la mala costumbre adquirida por los pensionistas, en los últimos años, de morirse cada vez más tarde, creando una serie de disfunciones macroeconómicas que no pueden tolerarse.  Pero todo el mundo tranquilo, la reforma/reducción de las pensiones no será de obligado cumplimiento hasta que no pasen las próximas citas electorales, no vaya a ser que cargar toda la culpa de estos nuevos recortes en el luciferino ZP ya no funcione.