Luís Gil: De Madrid a… Extremadura

Javier García-Luengo Manchado. Desde el 4 de septiembre y hasta el próximo día 26, podemos disfrutar de la exposición Vibraciones en el Paisaje, que presenta Luis Gil Palacios en el Centro Rufino Mendoza de Villanueva de la Serena, Badajoz.

A través de 19 acuarelas Luis Gil, ingeniero de profesión y artista por vocación, nos invita a realizar un viaje a través de diferentes paisajes unificados por la exaltación del horizonte, entendiéndose éste como la poética sugerencia de la esperanza, de la reflexión, pero también como el bajo continuo que desde un punto de vista personal y geográfico une sus propias raíces, sus dos principales ciudades y referencias: Villanueva de la Serena y Madrid.

En efecto, la transparencia cromática de estas vistas plasma la emotividad de una luz profusamente estudiada tanto en la castellanía madrileña como en la campiña de Extremadura. Para buscar tales puntos de cohesión las composiciones elegidas no son aleatorias, antes al contrario, pues la referida formación ingenieril de su autor es patente no sólo en la articulación del color y las masas, sino también en el preciso dibujo de ciertas construcciones –mínimas– que hallamos en algunas de estas obras, donde los celajes evanescentes e intensos se contraponen a unos campos que viran entre el generoso verdor primaveral y los tórridos pardos veraniegos. Por lo dicho, la compleja técnica de la acuarela es empleada por partes iguales con precisión y poesía, una férrea sintaxis para una sugerente morfología.

El formato elegido para todas estas obras nos retrotrae a las ventanillas de los vagones de un tren; y es que el viaje, como desplazamiento, pero, insistimos, también como unión entre dos puntos, tiene asimismo una fuerte presencia en esta exposición. Como en el lento discurrir de un viejo y entrañable vapor, a través de estas acuarelas nos asomamos al horizonte infinito que une a sendas ciudades y realidades ya citadas. Así, en este viaje artístico nos encontramos con los postes del cableado, con una estación de ferrocarril, con los campos cultivados que cambian de roturación y color según avanzamos y, por supuesto, también podemos vislumbrar los perfiles de las dos ciudades que alumbran la vida y la inspiración de Luis Gil, quien a través de la presente exposición muestra asimismo sus paisajes del alma, evocando el inalcanzable horizonte del infinito sin despreciar las luces y las sombras del camino.