LO URGENTE PUEDE ESPERAR
Y lo muy urgente debe esperar. Todo apunta a que Mariano Rajoy ha tomado buena nota de una de las máximas preferidas del fundador del Opus Dei. Al menos es lo que se desprende de sus palabras tras su encuentro con el Jefe del Estado: aceptaba el encargo para conseguir la investidura, pero dejaba la puerta abierta a la posibilidad de no comparecer ante el Congreso si no tenía asegurados los apoyos suficientes para superar la investidura. Los hermeneutas de la política se han puesto a leer en las vísceras del Artículo 99 de la Constitución y, la inmensa mayoría, deducen que el candidato del PP está obligado a dar la cara. Sin embargo, destacados miembros de los populares ven en el citado artículo de la Carta Magna la ambigüedad necesaria para que su líder pueda evitar la humillación de la derrota en primera instancia. Argumentan que esa es la pretensión de los dirigentes del PSOE y CIUDADANOS, antes de facilitar el gobierno de Rajoy en un segundo intento.
Una nueva renuncia, otra espantada, podría acabar con la carrera política de cualquiera, aunque no es el caso del presidente en funciones: desde los «hilillos de plastilina» (catástrofe del Prestige) hasta el «Luis, sé fuerte» (caso Bárcenas), pasando por una pérdida de la mayoría absoluta, a nuestro personaje le contempla una carrera política que ha desarrollado sin romperse ni marcharse, aunque el chapapote y la corrupción impregnaran a buena parte de sus colegas. Toda una trayectoria digna de una «canonización política» cuando el bueno de Mariano decida retirarse, como a buen seguro pedirá su ferviente admirador, Francisco Marhuenda, director de LA RAZÓN.
No obstante, la situación no recomienda aplazamientos o dilaciones más o menos astutas o interesadas: la UE ha sido «comprensiva» y no ha multado a España por el reiterado incumplimiento del déficit, pero impone unos ajustes de 15.000 millones de euros en dos años y los Presupuestos Generales del Estado deben debatirse en septiembre. Para el gobierno en funciones no habrá problemas: la marcha triunfal de la economía hará innecesarios los ajustes y la subida del IVA que pide Bruselas. La hucha de las pensiones está para algo (hasta que se agote, claro).
Y por si no eran suficientes los desafíos económicos, ahí está la desconexión de Cataluña. Los optimistas aseguran que se trata de una maniobra para asegurar, en septiembre, la moción de confianza del actual presidente de la Generalitat. Pero los de la CUP, minoritarios pero decisivos, se han tomado la independencia muy en serio y piden referéndum unilateral para el próximo año. Mientras, los exconvergentes piden ayudas para las finanzas catalanas al gobierno del Estado y apoyan al PP en el Congreso, aunque lo niegan. Y en Barcelona aceptan la exigencias de la CUP hacia un proceso que avanza y que no presagia nada bueno para ninguna de las partes.
Las terceras elecciones son las espada de Damocles que el PP y su líder esgrimen para obligar al PSOE y a CIUDADANOS a pasar por el necesario e inevitable apoyo al candidato de los populares. Una nueva cita con las urnas es algo que todos rechazan, lo que en la práctica la convierte en una de las posibilidades con más opciones de concretarse. Según los analistas más sesudos y las encuestas de opinión, los electores decidieron el 20-D acabar con el bipartidismo y lo han confirmado el 26-J. Se pide diálogo y negociación. Sin embargo, los partidos y sus dirigentes continúan enrocados en sus posturas: los que intentaron la negociación para formar gobierno fueron castigados en los comicios de junio y temen un nuevo varapalo. Puede parecer contradictorio, pero buena parte de la sociedad sigue instalada en la mentalidad del hincha de futbol: que gane mi equipo, aunque sea por penalti injusto y en el último minuto. Los políticos, que no han venido de Venus, son el reflejo de una sociedad que arrastra una larga historia de intransigencia y de fracasos y poco propicia a asumir responsabilidades.
Un manifiesto de cerca de quinientos intelectuales pide que se forme un gobierno alternativo al del Partido Popular, con socialistas, PODEMOS y CIUDADANOS, lo que se denomina como alternativa de progreso. Es el intento fallido tras los comicios del 20-D que se malogró, entre otras razones, por la incompatibilidad manifiesta entre Pablo Iglesias y Albert Rivera. Sin embargo, unos meses antes habían hecho una puesta en escena de dialogo posible y buen rollito en el programa de Jordi Évole que casi termina en pareja de hecho. En definitiva, si la tercera convocatoria electoral es inevitable, no sería malo que se cambiase de candidatos, en vista de su incapacidad para negociar, dado que es imposible cambiar de electores.