Lo mejor es chupar sin cabeza y cobrar

Comencemos con que las autoridades chinas, tan susceptibles ellas, dieron instrucciones a sus artistas para que usasen la cabeza de Mao en sus obras –tanto Warhol no es bueno-, cuando a continuación apareció una estatua del amado líder sin testuz en un parque del distrito 798 de Beijing. ¿Qué pasó? Que lo que todo el mundo esperaba no ocurrió, pues el Ministerio de las Artes se encargó de sacar un comunicado de prensa declarando que el cuerpo sin cabeza simbolizaba la representación de todos los ciudadanos por parte del gobierno. ¡Asombroso ejercicio dialéctico! Mañana me corto la testa, total para lo que sirve.

Sigamos con el mundo capitalista, pues ahora tocar hablar de la feria Art Basel Miami Beach, considerada como la primera y además como la que más da la nota en sus fiestas de inauguración. En la del 2011 actuó Mª José Arjona, una artista colombiana especializada en perfomances, que llevó un vestido hecho de caramelos que iba encogiéndose a medida que los invitados iban comiéndoselos. Algunos deploraron que la ropa interior no se pudiese chupar también.

Ya estacionados en Nueva York y visitando la primera edición en 2012 de la Frieze, nos encontramos con el artista suizo Christoph Büchel, el cual presentó como esculturas unos carritos de mendigos que horas antes les había comprado a los mismos por unos cuatrocientos veinticinco dólares. Al parecer vendió dos de ellos entre unos treinta y cinco mil y cincuenta mil dólares. Un auténtico timo, especialmente a unas personas desgraciadas, sin domicilio, que deberían ser honradas como los auténticos creadores.

Y no son fenómenos excepcionales, al contrario, constituyen el pan de cada día en los múltiples escenarios del arte contemporáneo, que tiene claros sus presupuestos de existencia: marketing, espectáculo, inversión y ventas. Y de vez en cuando una genuina plataforma cultural que flota a duras penas.

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)