LLUEVEN JAMONES Por Teófilo Ruiz

Es lo que apuntaba en la siempre genial viñeta El Roto en el diario El País, ante este tiempo electoral que se avecina. Hay que tener el alma del más duro pedernal para que al ciudadano de bien no se le derramen lágrimas del tamaño de naranjas navel escuchando las promesas del presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la Nación: tres millones (¡¡¡tres!!!) de puestos de trabajo, si se le renueva la confianza y continúa al frente de la nave nacional que él, como reputado almirante de la mar océana, ha logrado enderezar con rumbo fijo al puerto de la recuperación, tras el desastroso mandato del nefasto navegante ZP. Para incrédulos y renuentes ahí están las cifras del paro: el mejor mes de febrero que se recuerda, con casi catorce mil parados menos. Que aumente la desigualdad, los niveles de pobreza, baje la cobertura por desempleo o se recurra a la «hucha» de la Seguridad Social para maquillar déficits  son los argumentos  de los que no quieren reconocer que las cosas se hacen razonablemente bien y mejoran, a pesar de los muchos inconvenientes―la herencia recibida, en primer término― que se han tenido que superar y que han impedido que se cumplieran las promesas electorales de 2011.

En esta llamativa lluvia de jamones, el irresistible Podemos ha propuesto «pata negra» para todos: en el documento titulado «Reorganizar el sistema de cuidados: coordinación necesaria para la recuperación económica y el avance democrático» se plantea la necesidad de una dotación económica de carácter universal (con independencia del nivel de renta) a cada niño que nazca, educación pública y gratuita desde los cero años, renovar la Ley de Dependencia para que el «cuidador» tenga rango de trabajador profesional, mejorar la cobertura de las asistentas del hogar, igualar el permiso de maternidad y paternidad, eliminar las bonificaciones a la contratación parcial o la jornada de 35 horas. Es la primera entrega del programa económico diseñado por los catedráticos Juan Torres y Vicencç Navarro y que será detallado con nuevas entregas. Hay que tener  una clara vocación de eremita para rechazar ofertas de semejante calado. La duda puede surgir cuando se plantea la dotación económica de las propuestas. Sin problemas. Según la coautora del documento, la profesora de la Universidad Complutense Bibiana Medialdea, con situar la presión fiscal española a la altura de la media europea se lograrán 92.000 millones de euros y racionalizando las administraciones públicas se ahorrarán 42.000 millones. Para María Pazos, profesora de la Complutense, y también coautora del planteamiento de Podemos, todo pasa porque «los ricos paguen más».

Desde su irrupción en las redes sociales y, de forma especial, en la televisión, el núcleo dirigente de Podemos ha dado muestras de una capacidad de interpretación de las «necesidades» de la ciudadanía  que hasta ahora no han sido igualadas por ningún partido político. Se han presentado como lo «nuevo» frente a lo viejo; lo digital frente a lo analógico; lo «limpio» frente a la «casta»; ante el obsoleto dilema de «izquierda-derecha» han planteado lo oposición de «indignados» contra «corruptos» o «explotadores». Todo muy simple y sencillo de asumir. Es más, el mismo nombre elegido para la formación se presenta como «ineludible»: cuántas veces en la conversación diaria se utiliza la palabra «podemos»? («la lluvia fina» o la repetición insistente de una idea).  Los mensajes se han ido deslizando desde un radicalismo más o menos extremista hasta reivindicar una «socialdemocracia» renovada, con claras referencias a los sistemas de los países escandinavos, que ocuparía la mayor parte del espectro social y tan solo quedarían excluidos los corruptos de la «casta».  Tras el diseño de dar  respuestas ambiguas pero que nadie puede rechazar, se encuentra la socióloga Carolina Bescansa, una actualizada princesa de Éboli, pero con un ojo clínico insuperable para las encuestas

Mirados de cerca los argumentos de Podemos no tienen tanta novedad como pretenden vender: la «revolución bolivariana» es el sueño de un militar nacionalista (Hugo Chávez) que se inspiró en la versión latinoamericana de un bonapartista fracasado (Bolívar) cuyas ideas políticas, en el mejor de los casos, eran conservadoras. La superación del dilema «izquierda-derecha» tampoco es nueva y se remonta a planteamientos totalitarios de infeliz recuerdo. Por otra parte, lo desvelado hasta ahora de las propuestas de un programa todavía incompleto no son ninguna novedad, sino la recuperación de proposiciones realizadas por otros con anterioridad, aunque no llevadas a la práctica (los incumplimientos electorales). En cuanto a la puesta en escena, a pesar de moverse en consonancia con los tiempos, a través de las redes sociales, las referencias son antiguas: «El pueblo unido…» de Allende o «L’Estaca» de Lluís Llach. Para mayor abundamiento, presentan la figura de un líder incontestable, como PI 3.0. La versión digital del «superhombre» anunciado por Zaratustra, con voluntad de poder (¡¡¡Pablo presidente!!!) y que nos hace saber la buena nueva de la muerte de Dios (el fin del bipartidismo). Aunque todo lo anterior puede sintetizarse en la figura del «caudillo», prestigiada en la sociedad española desde los tiempos de Viriato.

Lo que sí parece claro es que Podemos ha logrado poner de su parte a un gran número de indignados que afirman que  les votarán en las próximas citas electorales; puede que no pocos sean los que votaron sin ninguna preocupación y a sabiendas a listas en las que figuraban corruptos e imputados. Valdrá la pena si, como apuntaba G.F. Hegel,  de esta forma la realidad «no razonable» (que ahora sufre una parte no despreciable de la sociedad) tiene que ser adecuada hasta conformarse con la razón.