La cultura española quiere comprar latas de heces de españoles en paro para montar un museo

En 1961, el famoso artista italiano PIER MANZONI saca al mercado su serie “Mierda de artista” compuesta por noventa latas de treinta gramos llenas de sus heces. Algunos pusieron en duda que contuviesen tales sedimentos, que simplemente se trataba de yeso. Lo cierto es que con los años muchas se fueron perforando y algunas hasta explotaron. Su precio estaba a la par que el del oro, es decir, que por cada una de ellas el autor recibía treinta gramos de oro de dieciocho quilates.

Claro que no todo salió también entre este innovador proceso biológico y el arte, dado que a mediados de la década de los noventa, John Hunov, un conocido coleccionista, demandó y obtuvo del Museo de Arte de Randers, en Dinamarca, una indemnización de trescientas mil  coronas (unos sietes millones de las antiguas pesetas) porque una de las latas de su propiedad que había prestado para su exposición en dicha institución, había sufrido una fuga por la que empezó a rezumar y ocasionar malos olores. Según parece había estado almacenada a temperaturas un tanto elevadas.

Pues bien, recobrando la “fascinación” de esta formulación supuestamente artística y lingüística, además de su impacto, nuestras mentes de la cultura oficial están estudiando ofrecer a los españoles que hayan agotado el subsidio de paro la posibilidad de su reconversión en artistas con solo rellenar un envase o lata de sus heces perfectamente sellado (no es cuestión de que ocurra lo que ha sucedido anteriormente). A cambio recibirán una cantidad similar a la del salario mínimo (la cosa tampoco da para mucho pero en algo remediará su pobreza) por cada una (no vale repetir) y su obra pasará a formar parte del Museo de la angustia de la época (no han dado con el nombre todavía), pues el arte, decía Artaud, tiene el deber de dar salida a la desesperación de estos momentos.

Por fin, una idea que de llevarse a cabo sería una respuesta idónea a la situación de emergencia que padecemos actualmente, incluso su éxito podría tener tal proyección internacional que su exportación supusiese unos considerables ingresos para la hacienda pública. ¿No se estarán riendo?

Gregorio Vigil-Escalera Alonso

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)