La crisis no me deja otra opción que volver a ser dadaísta
Les aseguro que esta sociedad en declive y esta crisis sin solución no me dejan otra opción para salir del atolladero. Me convertiré en dadaísta y seré un nuevo Arthur Cravan (seudónimo de Fabien Avenarius Lloyd, sobrino de Oscar Wilde), con lo que me ganaré la vida de poeta, crítico de arte, ladrón de joyas, boxeador, embustero, marchante, desertor, leñador, indigente, polizonte, exhibicionista, conferenciante, dandi, bufón, encantador de serpientes, rata de hotel y mil cosas más. ¿Y corrupto? Vale, lo dejo para más adelante.
Dado que el arte es superfluo, despreciable, pandémico y la expresión de una sociedad podrida y en descomposición, seguro que dentro de poco en la calle no veremos más que artistas y tendremos toda la dificultad del mundo para encontrar un hombre o una mujer.
Cuando me encuentre con alguna famosa pintora, le diré lo mismo que él a Marie Laurencin, pareja de Guillaume Apollinaire:
“He aquí una que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran………en alguna parte para enseñarle que el arte no es una posecita delante del espejo”. Después rectificaré y la ensalzaré con: “He aquí una que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran astronomía en el Teatro de Variedades”.
También organizaré una gran convocatoria para presenciar mi suicidio en público, al mismo al que acusaré luego, una vez totalmente desnudo, de voyeurista y le endilgaré una conferencia sobre la entropía.
Y por último, me embarcaré en un pequeño velero en el Mediterráneo y nadie volverá saber más de mí.
¿Será ésta la solución? ¿O es sin más una evasión también sin salida? Arthur Cravan me hace gestos de sí con la cabeza, mas yo no estoy tan seguro de que este nihilismo caótico me lleve a algún sitio, aquel en el que me envuelva un arte limpio, un aroma puro, un vivir sin miedo y una compañía de piel madura.
Gregorio Vigil-Escalera Alonso
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)