La asociación de las dos epidemias actuales pueden tener resultados catastróficos

No cabe duda que nuestra vida ha cambiado significativamente desde Marzo de 2020 y si no actuamos a tiempo, vamos a sumar dos epidemias con resultados que pueden ser catastróficos para nuestra salud. La obesidad, definida como la epidemia del siglo XXI, se está viendo agravada por la pandemia del COVID 19 y, al mismo tiempo, como ya se ha comprobado,  la obesidad supone un importante factor de riesgo en el agravamiento de la infección por SARS Cov-2.

Según un estudio publicado el pasado mes de julio por la Sociedad Española de la Obesidad (SEEDO) el impacto de la primera ola de la pandemia del COVID-19 y su confinamiento supuso que el 73% de la población española engordase entre 1 a 3 Kg. Recientemente la multinacional de investigación IPSOS ha publicado los resultados de un estudio realizado entre octubre y noviembre, donde concluye que los españoles hemos engordado una media de 5,7 kg desde el inicio de la pandemia de COVID 19, y aquí se añadirían los efectos del verano y de la segunda ola. Y si a ello le sumamos una estimación de los impactos de las navidades y de la tercera ola, podríamos irnos a una media de 7-8 Kg. de subida de peso.

La influencia de la COVID 19 sobre la obesidad se debe a varios factores,  entre los que destacan:

  • Períodos largos de confinamiento en casa, con muchas personas tele-trabajando, lo que supone mayor ingesta de comida por malos hábitos de picoteo continuo.
  • Más sedentarismo, con reducción de la actividad deportiva, al estar limitada parcialmente la movilidad.
  • Estado de apatía y aburrimiento, provocado por este período tan largo de restricción de nuestra actividad social, donde la comida supone un desahogo al que muy pocos pueden resistirse.
  • Afectaciones psicológicas que en algunos casos llegan a producir o agravar trastornos de comportamiento alimentario, y en muchos se quedan a las puertas de estos padecimientos psiquiátricos.
  • Seguramente aparecerán otros factores que se sumarán y que serán analizados a posteriori por las sociedades científicas que publicarán estudios y artículos.

Pero, ante estas dos epidemias que se retroalimentan y se agravan entre sí, no podemos quedarnos expectantes, tenemos que actuar y hacerlo de forma inmediata. Para ello, desde mi experiencia de 35 años tratando el sobrepeso y la obesidad, propongo las siguientes medidas a adoptar por toda persona que no quiera abandonarse a esta cascada de agravamiento de su salud:

  1. Planificar bien la lista de la compra. No realizarla con el estómago vacío ya que podríamos comprar de más y elegir alimentos poco saludables.
  2. Evitar asaltar la nevera sin control por aburrimiento. Organizar bien los horarios personales, planificando rutinas familiares. Realizar cinco comidas al día, tres principales y otras dos, una a media mañana y otra a media tarde. Hay que evitar, por todos los medios, excursiones individuales para picar entre horas. No sustituir el aburrimiento por comida.
  3. Qué cada miembro de la casa planifique, según sus gustos, qué alimentos se pueden añadir a la lista de la compra. A algunos le apetecerá tomar entre horas una fruta (mejor las menos azucaradas) o un yogurt (mejor desnatado), pero a otros puede apetecerle jamón o lomo ibérico, o un poco de salmón ahumado, o bien una lata de atún o mejillones. Eligiendo con tiempo y criterio, según nuestros gustos, podremos sentir placer sin perjudicar nuestra salud.
  4. Ingerir suficiente líquido a lo largo del día, entre 1,5 y 2 litros. Elegir principalmente agua (con o sin gas) o infusiones. También podemos tomar, en algún momento, una bebida refrescante no azucarada. Fijar determinados momentos en la semana para darnos un placer, solos o mejor en compañía, eligiendo un buen vino tinto o una copa de alcohol destilado tipo whisky o ginebra solos o combinados con refrescos no azucarados. El alcohol adecuado, con moderación, puede integrarse en una dieta de adelgazamiento.
  5. Por supuesto, evitar comprar dulces, bollería industrial, alimentos procesados, snacks y aperitivos ricos en sal o glutamato, bebidas azucaradas y otros alimentos que, aunque nos gusten, no son saludables y pueden ser sustituidos por otros sanos y que también son apetecibles.
  6. Los platos principales de las comidas y cenas deben ser saciantes como los alimentos proteicos y es recomendable que estén constituidos, principalmente, por productos marinos como pescados, tanto blancos con azules, mariscos y moluscos. Con ello aumentaremos el aporte de micronutrientes beneficiosos para defendernos de la COVID 19 como la vitamina D, los ácidos grasos omega 3, el zinc y el selenio. La forma más adecuada de preparación sería a la plancha, al horno, al vapor, a la sal o al papillote, evitando fritos, rebozos o salsas.
  7. Los acompañamientos de las dos comidas principales deber ser sanos, como verduras cocidas o crudas, aliñadas con aceite de oliva virgen extra (AOVE). Evitar los acompañamientos de arroces, patatas o pasta, para tener una mejor digestión y evitar la asimilación de los nutrientes a los que acompañan.
  8. Y, por supuesto, evitar el sedentarismo. Es verdad que en muchas autonomías no se permiten acudir a centros deportivos, pero se puede salir a practicar deporte al aire libre. Podemos hacerlos solos si tenemos un buen habito deportivo o fomentarlo en compañía dentro de la unidad familiar buscando los horarios más adecuados.

Y, por último, como principal consejo, ponerse en manos de profesionales de la salud expertos en nutrición para que nos adapten de forma individualizada el tratamiento nutricional adecuado acorde al resto de otros aspectos que afecten nuestra salud.

Siguiendo estos consejos podemos ir, no solo limitando, sino también corrigiendo esta asociación de epidemias que puede ser catastrófica, si no hacemos nada y nos dejamos llevar.

Dr. J.P. Fernández Corbelle

DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUJÍA    DIRECTOR MEDICOCENTRO MEDICO PREVENSALUD