HEPETITIS C: PROBLEMA SIN RESOLVER

La Organización Médica Colegial (OMC) acaba de advertir que los precios «abusivos» de ciertos medicamentos, entre los que se encuentra el retroviral para combatir la Hepatitis C están entrando en una senda peligrosa que puede poner en cuestión la viabilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS). Y de paso, podemos añadir, la posibilidad de supervivencia de miles de pacientes que ven como la Administración y sus mentes rectoras no dejan de hacer promesas, pero sin que se materialicen las soluciones.

Según la Asociación Española de Estudios del Hígado (AEEH), la extensión de la Hepatitis C en nuestro país puede situarse en la actualidad en unos 30.000 afectados. Y en contra de lo que ha hecho el Gobierno, la AEEH si tiene una aproximación sobre el coste que supondría suministrar el tratamiento con Sovaldi: entre 750 y 800 millones de euros. No es calderilla, pero no es demasiado frente a otros gastos que no es necesario enumerar.

El objetivo del actual Gobierno es reducir en un 21% el presupuesto del gasto sanitario en cuatro años. Con esa premisa como paradigma de referencia poco puede esperarse en algo tan fundamental para la Salud como la Investigación: somos de los países occidentales que más han disminuidos sus inversiones en I+D+i y el capítulo de la Sanidad no es una excepción.

A la esperara del dictamen del comité de expertos creado por Administración Central y Comunidades Autónomas, lo que está claro es que no para el goteo de vidas finalizadas por la ausencia de un medicamento que ha demostrado su capacidad curativa en un 90% de los casos, con independencia de sus efectos secundarios. Ante esta falta de actuación, la OMC ha advertido sobre el riesgo que corre la Administración de incurrir en responsabilidades patrimoniales y penales.

Frente a una situación de emergencia como la presente, hay propuesta de todo tipo, incluida la emisión de una licencia obligatoria, que tendría que ser con ámbito europeo, para lograr abaratar el medicamento, o una negociación con la farmacéutica para conseguir precios más baratos y razonables del medicamento. Este argumento se basa en que el coste real de producción del retroviral se mueve entre 78 y 400 euros y su precio de mercado oscila entre los 69.000 euros en USA y 750 en India —para el hindú medio el coste también es desorbitado. Según los cálculos de organizaciones especializadas, dado el elevado número de afectados por el virus de la Hepatitis C en todo el mundo, podríamos estar hablando de un negocio que rondaría los 9 billones de euros, una cifra que supera el PIB de varios piases de la zona euro, entre ellos España.

En principio, la salida más realista parece la negociación con Gilead, la poseedora de la patente del Sovaldi. Pero la tarea no es nada fácil. Esta farmacéutica—con relaciones privilegiadas con el Departamento de Defensa de USA—, que compró la patente por 11.000 millones de dólares está dispuesta a rentabilizar su inversión. Ya obtuvo un magnífico «pelotazo» con el Tamiflu, para combatir una gripe aviar que, en 2006, se nos presentó poco menos que apocalíptica, y que impulsó a los gobiernos a comprar dosis masivas de vacunas, aunque después se comprobó que el peligro se había exagerado hasta límites grotescos, aunque los desembolsos ya estaban hechos. Esperar a la liberación de patentes o a nuevas investigaciones es un lujo que no pueden permitirse los afectados por la enfermedad, especialmente los que se encuentran en proceso más avanzado, pues el virus no admite ningún tipo de soborno y solo se rinde ante medicamentos efectivos —y obscenamente caros— como el Sovaldi.

Sin embargo, en este negro panorama puede abrirse una puerta a la esperanza, aunque no venga por la vía de la justicia, la solidaridad y el deber de asistencia de todo Estado democrático que se precie: estamos en año electoral y, dada la repercusión alcanzada por el drama de los enfermos de Hepatitis C, es de esperar que los responsables políticos se afanen por buscar una solución mínimamente aceptable. Recordando a Luigi Pirandello podríamos decir que «Todo sea para bien» (Tutto per bene).