FMI: ¡MÁS MADERA! Por Teófilo Ruiz
Los funcionarios del Fondo Monetario Internacional encargados de realizar el diagnóstico de la economía española, al igual que Groucho Marx, piden «`¡más madera! ¡es la guerra!» y apuntan la necesidad de subir el IVA, insistir en la reforma laboral e implantar el copago en Sanidad y Educación. En coherencia con el rumbo seguido, las previsiones de crecimiento para este año sobrepasan las cifras más optimistas del Gobierno. Por si no era suficiente, los estudiosos del FMI aseguran que España tiene tres alternativas ante el futuro inmediato: a) seguir sus recomendaciones y marchar por el buen camino; b) no hacer más reformas, con el consiguiente estancamiento; c) desandar el buen camino seguido hasta ahora―tal como propone alguna fuerza emergente de «ultraizquierda»― y desembocar en el precipicio de una nueva crisis de consecuencias imprevisibles.
Parece evidente que la economía española estaba (y está) necesitada de reformas para reponerse de una crisis con efectos tan devastadores como los de un terremoto de alta intensidad. Pero facilitar el despido y rebajar los salarios no es la mejor forma de generar empleo digno de tal nombre: se dispara la temporalidad, el impago de las horas extras o lo contratos de semanas o días. Las recomendaciones sobre la disminución de productos incluidos dentro del IVA reducido o la inclusión del copago en Sanidad o Educación es otro mordisco más en las ya menguadas carnes de nuestro Estado del bienestar.
Por cálculo electoral, no parece que vaya a producirse una nueva vuelta de tuerca en la reforma del mercado laboral o en los impuestos. Sin embargo, a este Ejecutivo no hay que animarle; se basta y se sobra para empuñar las tijeras y vender los recortes como las reformas necesarias e imprescindibles ante el desastre de «la herencia recibida». Tan solo recurriendo a los propios datos enviados a Bruselas, como parte de la actualización del Programa de Estabilidad para el periodo 2015-2018, vemos que el objetivo es que el gasto público se reduzca en casi seis puntos con respecto al PIB. Por si no fuera suficiente, la inversión en Educación caerá del 4,7% en 2011 al 3,7% al final del periodo contemplado. Dejando a un lado lo que supondrá el aumento de la desigualdad social, los números apuntados en la actualización del PE, el retroceso en Educación es una propuesta tan insensata como suicida, sobre todo si se quiere ser tenido en cuenta, aunque sea de forma discreta, en un mundo interconectado por la informática y en el que el conocimiento y la investigación son fundamentales. Cosa distinta es que se quiera hacer de España la Bangladesh de Europa. En ese caso sobran universidades y centros de investigación. Y las cuentas públicas podrán cuadrar, sin que sea necesario meter la mano, de vez en cuando, en la «hucha» de las pensiones.
No hay que dudar de la veracidad de las cifras macroeconómicas que diversos organismos asignan a la economía española. El Gobierno pretende asignarse la paternidad de esa «recuperación» por el buen sentido y lo ajustado de sus medidas. Sin embargo, el informe del FMI es clarificador: «los esfuerzos colectivos de la sociedad española son la base de la recuperación» . Conviene puntualizar que esos esfuerzos han recaído sobre las espaldas de las clases media y baja. Y la actuación del BCE, con compra de deuda y caída del euro, han hecho el resto, junto al precio del petróleo. Los que han soportado la mayor parte del peso de la crisis, no pueden seguir haciendo de costaleros de una economía de comportamiento bipolar: unas veces se sitúa a la cabeza de la creación del empleo en Europa y, a renglón seguido, otras lidera las cifras del paro. Ni la actuación protectora del BCE ni los bajos precios del petróleo son elementos que garanticen su permanencia a largo plazo. En estos tiempos de «galgos o podencos», de pactos no siempre claros y de advertencias sobre un «ultraizquierdismo» que ansía el poder con la furia de un lobo hambriento, conviene no dejar pasar la oportunidad que brinda el BCE y los precios del combustible, para no tener que lamentar tanto tiempo perdido en resetear (Pedro Zerolo dixit) la socioeconomía española para conducirla por un sendero más confortable para todos.