¿Estará en él verdaderamente el origen del mundo?
Esta obra de Gustave Courbet, realizada en 1866, estuvo escondida durante muchísimos años y todavía no se cuenta con ninguna seguridad respecto a la poseedora de un sexo que ocupa un lugar único dentro del arte occidental. Tanto como que los mismos surrealistas tenían la convicción de que ninguna imagen transmitía más fuerza que la del sexo femenino. Incluso se consideró que su exposición parisina de 1938 era en sí una representación de tales genitales en términos espaciales.
Algún autor llega a la conclusión de que el artista habría podido utilizar cuatro o cinco modelos distintas. En primer lugar, la que pasaba por ser la modelo oficial, Joanna Hifferman, la cual no parecía reunir el adecuado perfil biográfico. Amante del pintor norteamericano James Abbot McNeill Whistler, también se supone que hizo sus pinitos con Courbet.
En el siguiente lugar, se especuló con Jeanne de Tourbey, que según los Goncourt, el diplomático turco Khalil Bey, el comprador, había intentado encontrar sus límites al interesarse por el precio en que ella valoraba la virginidad de su culo. Uno de los elementos que se tuvo en cuenta, aunque no fue suficiente, se basó en la coincidencia entre el color de la piel y el del pubis. Similar contraste que también abona otra hipótesis, cual es la de que sería una modelo desconocida la que había posado para el lienzo “El sueño”.
Cabe también que la obra haya sido realizada a partir de una fotografía, pues ofrecía una modelo disponible en todo momento, discreta y sin compromiso. Hasta es posible que Khalil Bey, que además del encargo a Courbet se había hablado de que era él del que había partido la idea, haya facilitado el cliché o la copia fotográfica.
Lo cierto y verdad es que “El origen del mundo”, a quien no puede atribuírsele a nadie la paternidad del título (aunque se ha deducido el mismo por tratarse de una mujer embarazada, símbolo del génesis, de la vida, del mundo) trasciende lo evidente, marca la conciencia humana del presente, del pasado y del futuro, y confiere el hechizo del principio de la existencia y un posible misterio nunca desvelado.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)