¿Estamos de acuerdo con John Berger? Yo no llego a tanto

El arte, ciertamente, es considerado un bien económico y como tal sujeto a una constante transacción monetaria, pero Berger, gran especialista británico, escritor, dibujante y comunista heterodoxo, manifiesta con contundencia la incompatibilidad de los valores artísticos con la propiedad.

Que juzguemos el arte como un bien de consumo similar al de los diamantes o las lámparas de bronceado –y podríamos enumerar hasta el infinito- por el hecho de que quienes mayoritariamente estén interesados en su adquisición sean una minoría –menuda paradoja- de miembros de la burguesía carente de una sensibilidad estética para comprender todo su significado, conlleva, según él, que la obra de arte acabe perdiendo toda su magia y esencia.

Vale, efectivamente, que no pueda negarse que la propiedad es una realidad y hasta un derecho primordial, que el comercio del arte alcance cotas de degradación inadmisible, y que no se hace nada o casi nada porque sea un fenómeno asequible y tenga una plasmación decisiva y eficaz desde el inicio de la vida del hombre.  

Pero concluir por ello que hay una transformación en dinero –por ponerle un precio- del valor espiritual de una obra es imposible, nunca puede producirse tal efecto, porque ella misma tiene una singularidad, sustancialidad y autonomía imposibles de manipular. La adulteración es siempre fruto de los distintos agentes que intervienen y debido a múltiples intereses, entre ellos como fundamental el económico.

Evidentemente sería preferible que la valoración del uso del arte funcionase dentro de otro sistema, investido de otra estructuración y concepción, si bien, reconozcámoslo, tal transformación no va a suponer una revolución estilística de distintas y más portentosas magnitudes, haya o no burguesía –a ver quien se la quita de encima-, deje o no de estar vigente ese principio de que el hombre es lo que parece o nos remontemos hasta Cristóbal Colón y su frase: “Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el paraíso”.     

Gregorio Vigil-Escalera

De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA)