ENTRE BOBOS ANDA EL JUEGO

Suma y sigue en un asombroso ejercicio de despropósitos, la clase política se ha instalado en un juego que recuerda la comedia de figurón de Francisco de Rojas Zorrilla (1645). En la obra del citado bardo, a pesar de la necedad de la mayoría de los personajes, las cosas terminaban bien para casi todos. No parece que va a ser así en la representación actual donde el «postureo» ha encontrado un terreno propicio.

Pese a que a la ciudadanía (según las encuestas) la interinidad del Gobierno es algo que le suscita pocos desvelos, el asunto no es para tomárselo tan a la ligera. Salvo sorpresa de último minuto, el acuerdo parece imposible entre formaciones que se descalifican a diario, plantean exigencias cada vez menos asumibles o simplemente intentan salvar la cara y culpar a otro de la falta de acuerdo, ante una próxima cita electoral.

Pero los problemas no desaparecen por negarlos, silenciarlos o, simplemente, no prestarles atención. No hay nada más tozudo que la realidad y nos señala que el próximo gobierno (si es que lo hay y sea del signo que sea) tendrá que negociar de nuevo con Bruselas un ajuste del déficit que se ha disparado ayudado, en buena parte, por un Ejecutivo que se permitió alegrías fiscales para tratar de mejorar sus perspectivas electorales, con escaso resultado para sus intenciones, pero con perjuicio para las cuentas públicas. Y por si no era suficiente, al incumplimiento del déficit hay que sumar el incremento desbocado de la deuda pública y la rectificación a la baja del crecimiento económico realizado por un organismo tan poco sospechoso de ir contra el Gobierno como es el Banco de España. Y en esta amarga lista, claro está, siguen instalados el paro que no cesa, la corrupción que desborda cualquier previsión (los papeles de Panamá) o la crisis de los refugiados que está sometiendo a un duro test de resistencia a todas las estructuras de la Unión Europea. Aunque la lista admite más problemas a destacar, los ya apuntados son de la sufriente envergadura como para que la clase política dejara de marear la perdiz y se pusiera a ganarse el sueldo.

El único intento de formar gobierno (el protagonizado por el actual líder del PSOE) parece una mezcla entre una misión imposible, por las exigencias de los potenciales socios, y un intento de salvar la carrera política (la de Pedro Sánchez) de un dirigente cuestionado por los pesos pesados de su propio partido, desde el mismo momento de su elección.

Los «donde dije digo…» de PODEMOS o CIUDADANOS son prácticamente innumerables. Sobre la formación morada sobrevuela ahora la acusación de haber recibido varios millones de euros de la chavista Venezuela para su puesta en marcha, a través de una fundación donde se encontraban los dirigentes más destacados. No se niega la ayuda, pero se argumenta que no fue para PODEMOS. No estaría demás saber para qué se destinó tanto dinero. En cuanto a la escuadra naranja, ya pide ministerios, algo a lo que renunciaba casi con desdén.

La nueva campaña electoral puede darse por iniciada con la entrevista concedida por el actual presidente del Gobierno en funciones a Jordi Évole en el programa «Salvados». Mariano Rajoy logró salvar la cara y lidiar con oficio los toros que le soltaba el «Follonero» pues eran de bonita estampa, pero flojos de casta y trapío. El máximo dirigente del PP confía en lo que ya marcan las encuestas (el aumento de la abstención) y que se repita lo ocurrido en Madrid, en 2003, con Esperanza Aguirre: tras el vergonzoso tamayazo, los electores le dieron la mayoría absoluta ante la imagen de división dada por el PSOE. Vería así recompensado su tancredismo, con la ayuda inestimable de la necedad política de sus adversarios.